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LECTURA: SALMO 59:16, 17
“…porque has sido mi amparo y refugio en el día de mi angustia.” v.16
Refugio, la sola palabra sugiere en sí un lugar seguro donde correr a escondernos en momentos de peligro.
¿Qué lugares vienen a nuestra mente como posibles refugios en una situación de riesgo? Debajo de la cama es uno clásico, un armario o closet, un sótano y en el mejor de los casos, un búnker o un cuarto de pánico. La verdad es que un buen refugio debe ser tan seguro que nos haga sentir confiados hasta el punto de cantar.
Así se sentía el escritor del Salmo 59. Él consideraba a Dios un refugio tan confiable que dice “pero yo cantaré de tu poder y alabaré de mañana tu misericordia porque has sido mi amparo y refugio…”
La palabra hebrea traducida “amparo” indica un barranco o lugar elevado inaccesible. Un lugar así no pareciera ser el mejor de los refugios. Sin embargo, al pensar en aquellos mamíferos como las cabras, y aves como el águila que usan esos lugares para protegerse de los depredadores, tiene sentido. En un acantilado, sus enemigos naturales tienen dificultades para atacarlos.
De la misma manera, Dios es el lugar inaccesible para el enemigo de nuestras almas, el cual busca destruirnos con angustias por todo lo que sucede. Pero cuando corremos hacia Dios en oración para entregarle cada aspecto que nos agobia, quedamos fuera de su alcance.
Por eso, en lugar de buscar escape y protección en personas, en sustancias como el alcohol y las drogas y en los placeres sensuales y materiales de este mundo, apresurémonos a escondernos en Dios en oración, alabanza y su palabra.
Evert Monroy, Honduras
“Nuestra vida está escondida en Dios” San Pablo
