Cuatro órdenes de Pedro
21 diciembre 2018
Cruzando la tierra de nadie
24 diciembre 2018
Lectura: Lucas 2:8-20
“Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor” v.11
Otra vez está sobre nosotros una fecha cuyo contenido trasciende nuestra experiencia cotidiana. Para la mayoría de las personas, la navidad está cargada de una magia particular, un “encanto o atractivo con que una cosa deleita o suspende”. Cuando decimos que la navidad es mágica, nos referimos a lo “maravilloso y fascinante” que esta fecha tiene. Estos días son maravillosos, fascinantes, dotados de un encanto y atractivo que deleita el alma. Sin embargo, en estos días proliferan el estrés, la depresión, la frustración, los intentos de suicidio y la violencia. Es una época de consumismo, explotada por los grandes centros comerciales y los negocios modestos, que en estas fechas se engalanan con cuanto adorno resulte evocativo de este tiempo especial. La llegada de las fiestas navideñas marca el retorno de la época de las comilonas y despedidas del año (¡qué trabajo dan a los servicios médicos de urgencias los reiterados ataques de dolor de vientre, vómitos, diarreas, y las borracheras!), de los espectáculos “especiales de navidad”, y de la venta indiscriminada de fuegos artificiales de todo tipo (algunos de aspecto verdaderamente peligroso); pero sobre todo, marca el regreso de un auténtico torbellino publi- citario, pues un incontenible impulso de comprar todo cuanto el mercado ofrece de brillante, luminoso y apetecible para los sentidos, posee a las personas. Sin embargo, podemos descu- brir otra manera de celebrar esta navidad, y es recordando y teniendo presente el sentido original de la misma: el regalo que Dios hizo al hombre perdido, la venida de su Hijo Unigénito para ser el Salvador de todos nosotros.
Álvaro Pandiani, Uruguay