¿Me conviene todo lo que es lícito?
2 noviembre 2023
Bioética – Parte 3 – Ortotanasia
3 noviembre 2023
LECTURA: TITO 2:6-8
“presentándote tú en todo como ejemplo…” v.7
Cuando Natanael era pequeñito jugaba con su tía a “EL ESCONDIDO”. El juego consistía en que mientras uno de los participantes cuenta con los ojos cerrados de frente a una pared, los demás se esconden para no ser descubiertos. Pero fue entre los siete y los ocho años que lo jugó con sus primitos y vecinos.
Cuando le tocó contar, cerró sus ojos, recostó su cabeza en la pared e inconscientemente empezó a orar. Así lo hizo en dos oportunidades como por inercia. Los que lo vieron se asombraron y se reían. Él mismo no entendía por qué se equivocaba. ¿Era la costumbre, la enseñanza o lo que veía en su casa y en la iglesia que al orar cerraban los ojos e inclinaban la cabeza? Fue tan frecuente que en lugar de contar, oraba.
Los niños son una esponja: absorben lo bueno y lo malo. Lo que ven en nosotros, nuestras prácticas y lo que les enseñamos lo aprenderán y lo practicarán aun sin discernir si es bueno o malo. Como una costumbre. Tengamos cuidado con lo que modelamos.
Por ejemplo, para muchas familias cristianas es costumbre orar antes de comer (algo fundamental para mí). Sin embargo, están aquellos que no lo hacen a menos que coman con otros cristianos.
En esas ocasiones pretenden que sus menores no coman sin orar como si fuera su costumbre. Esto los confunde, ¿por qué afuera sí y dentro del hogar no?
Hay padres que enseñan a sus niños a no decir groserías o mentiras pero se las oyen. Procuremos ser sus modelos en lo que deben ser y hacer.
Milagros Escalona, Venezuela
Nada mejor que el ejemplo para enseñar
