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La ley perfecta del amor
LECTURA: ROMANOS 13:8-10
“…porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley”. v.8b
En tiempos de Jesús, el Sanedrín era el órgano guardián de la ley mosaica, y por ello la máxima autoridad de los judíos. En presencia de Herodes, cuando arrestaron al Mesías, profirieron contra él acusaciones de diversa índole: alborotador del pueblo, blasfemo, profanador del día de reposo, transgresor de la ley…
Este pretendido rey de los judíos e Hijo de Dios se atrevía a actos viles, como juntarse con pecadores y prostitutas, sanar a ciegos y a paralíticos; enderezar la espalda encorvada de una pobre mujer y restaurar la mano seca de un hombre ¡en el día de reposo! Y cosas peores, como librar del justo castigo a una mujer adúltera.
Cegados por su egoísmo, lo declararon reo de muerte. “Nosotros tenemos una ley, y según ella debe morir…” (Juan 19:7). Sí. “Su ley” era contraria e incompatible con la ley del amor practicada por el Justo nazareno. En cada ocasión que Jesús estuvo entre cumplir la ley y actuar por amor, él optó por el amor. Siempre, sin importar de qué lo acusaran, enarboló el símbolo de su reino, marca de sus verdaderos seguidores: el amor.
Han pasado siglos. Tenemos el ejemplo de nuestro Señor en cada página de la Biblia. Pero todavía cuesta entender que amando al prójimo cumplimos la ley, que eligiendo actuar por amor podemos cubrir multitud de pecados y que el amor nos identifica con Cristo.
¿A cuántos has declarado “reos de muerte” porque actuaron por amor y no por la ley?
Nancy Rodríguez Antivero, Uruguay
Optar por amar no resulta sencillo, pero es señal inequívoca de un hijo de Dios
