El trabajo invisible de Dios
10 febrero 2022
Anegado en agua
14 febrero 2022
Lectura: Salmo 73:25-27
“¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra” v.25
Desde hace más de 30 años trabajamos auxiliando personas y familias en situación de riesgo, y no ha sido raro escuchar la expresión: “dime lo que tengo que hacer y lo haré, desde que mi problema sea solucionado”. Alguna que otra vez las personas prometen fidelidad y dedicación integral a quien le socorra para demostrar su compromiso. De alguna forma vinculan su existencia al apoyo que buscan, no solo por estar desesperadas, sino porque ya están hartas de tanta injusticia.
Cuando el escritor del Salmo 73, Asaf, dice que no tiene a nadie más sino a Dios, reconoce que el Señor es su único socorro delante de tanta arrogancia y maldad. Él declara que solo el Señor, con su poder, justicia y amor, podría garantizarle un cuidado justo, por ser el creador y dueño del universo que conoce todas las cosas, con capacidad para investigar a los corazones y cambiarlos.
No hay dudas: en Dios tenemos la garantía de que no solamente seremos rescatados y enseñados, sino que también recibiremos la justicia a través de Jesucristo, para que no terminemos siendo consumidos por el mundo tan injusto que nos rodea, donde unos alcanzan sus sueños pisando a otros y estos se sienten humanamente atrapados y dolidos. A Cristo nos entregamos y según sus enseñanzas vivimos pues él nos da su paz, su perdón y la esperanza eterna. Dios es la roca de nuestro corazón y nuestra herencia para siempre, como dice el versículo 27.
Dirceu Amorim de Mendonça, España
En Dios confiaré y a él me dedicaré.