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La herencia
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Lectura: 2 Reyes 6: 8-23
“Entonces Eliseo oró y dijo: Señor, abre los ojos de mi siervo para que pueda ver.” v. 17a
¿Has vivido alguna experiencia en la cual necesitabas la intervención de Dios y él parecía estar ausente? En una etapa crucial de mi vida, necesitaba con urgencia una respuesta y sentí la angustia de no saber qué iba a pasar. Parecía que Dios estaba fuera de escena y desatento a mi necesidad.
El siervo de Eliseo refleja una sensación semejante cuando preguntó, “¿qué vamos a hacer ahora, señor mío?” El profeta vio la desesperación de su siervo, pero no pidió que Dios actuara de alguna forma, sino que abriera sus ojos, y entonces Dios le hizo visible su protección. El siervo se sintió agobiado porque no veía escapatoria en esa situación. Eliseo, en cambio, manifestó confianza, aunque probablemente tampoco podía ver al ejército celestial con sus ojos físicos. Sin embargo, por fe sabía que Dios podía manejar el problema cuya solución era imposible para ellos. Dios estaba obrando a favor de sus siervos y sigue realizando ese trabajo silencioso hoy. Cuando oramos por un problema irresoluble para nosotros, es posible que Dios haya preparado todo para responder, aun mucho antes de pronunciar nuestra petición.
¿Estás viviendo en incertidumbre? Quizá piensas que Dios no está haciendo nada. Pero recuerda, muchas veces el trabajo de Dios es invisible a nuestros ojos. No lo vemos, pero él sí está actuando. Pídele que te dé un vislumbre de lo que está haciendo en tu vida y sigue confiando. Solo deja que Dios abra tus ojos.
Aura Estrada, Guatemala
Con los ojos de la fe verás lo que está oculto a tu simple vista.