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Lectura: Job 2:7-10
“… ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?” v.10
Mucha gente piensa que al creer en Cristo quedará inmune a los sufrimientos. Por eso cuando las calamidades y dificultades llegan, se rebelan contra la voluntad de Dios. Esta manera de pensar y vivir la fe es muy popular hoy en día gracias a muchos predicadores que enseñan una doctrina llamada de la “prosperidad”. Esta doctrina en pocas palabras enseña que como hijos de Dios solo podemos esperar cosas buenas de Él.
Pero el mensaje de la Escritura en este sentido es que ¡Dios es soberano! Por tanto es de esperarse que Él permita tanto las cosas buenas como las cosas malas que suceden. Esta afirmación solo puede hacerse a partir del entendimiento de que es Dios quien controla todo lo que acontece en el mundo.
Ahora, usted no debería renunciar a Dios solo porque le suceden cosas malas. La fe en Dios no garantiza la prosperidad personal ni la ausencia de problemas en la vida. Si fuera así, la gente creería en Dios solo para hacerse rica. Dios es capaz de rescatarnos del sufrimiento, pero también permite que venga a nosotros por razones que no entendemos al momento.
Es cuando Satanás aplica su estrategia para sembrarnos la duda. Pero Job nos muestra una perspectiva más allá de su propia comodidad personal. Si siempre supiéramos por qué sufrimos, nuestra fe no tendría espacio para crecer. Job permaneció en la fe y la confianza en Dios a pesar de todo lo malo que le aconteció. Demostró su integridad espiritual. Decidamos también permanecer en la fe.
Sigifredo Sabalza, Venezuela
A pesar de lo que pase, ¡alabe a Dios!