Discépolo y Dios
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«Fueron una vez los árboles a elegir rey sobre sí, y dijeron al olivo: Reina sobre nosotros. Mas el olivo respondió: ¿He de dejar mi aceite, con el cual en mí se honra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles?» v. 9
Advierte el refrán que “más vale ser cabeza de ratón que cola de león”. La sentencia indica que es mejor ser el dueño de un emprendimiento modesto, que el último peón de una gran organización. En la alegoría del texto de cabecera, los árboles consultados reflexionan sobre la conveniencia de abandonar el propósito para el que fueron creados, para asumir una labor presuntamente superior: ser el rey del bosque. La pregunta retórica implica una respuesta negativa. Para ellos, lo primero es más importante.
Los hijos de Dios podemos encontrarnos en una disyuntiva similar. En ocasiones surgen propuestas atractivas, la oferta de alcanzar posesiones y posiciones de privilegio en la sociedad. No necesariamente son malas, pero nos distraen del propósito para el cual estamos en el mundo: “anunciar las virtudes de Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable”.
Fuimos llamados a la más grande empresa de todos los tiempos. Una posición más alta que ser “cola de león” o “cabeza de ratón”. Se trata de ser siervos de Cristo. No lo cambies por ningún reinado arbóreo. Recuerda que las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. Que tu vida esté orientada a alcanzar el propósito por el cual el Señor Jesucristo te alcanzó primero.
Pablo López, Uruguay