¿Qué debo decir?
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“… Porque Dios el Señor los iluminará…” v.5
Cada día de la creación fue necesario para lo que se crearía al día siguiente. Y todo esto para que al final se creara al hombre, recipiente de este magnífico regalo.
Tanto fue el amor de Dios, que pensó en cada detalle para que pudiéramos disfrutarlo, y también, por amor, nos dio la responsabilidad de cuidarlo, pues esta tierra, sería nuestra escuela, nuestro lugar de enseñanza, donde seríamos entrenados y santificados, para cuando vayamos a la morada final, diseñada también por el todopoderoso Arquitecto divino.
Sea que caminemos por las montañas o por la orilla del mar, la diversidad de tonos perfectamente armoniosos, despiertan en nosotros expresiones de admiración y de deleite, pues son cosas indescriptiblemente hermosas que nosotros como humanos no podríamos crear.
Llegamos a este mundo admirable, sin saber lo que nos depara, y a medida que vamos creciendo, crecemos en confianza y adoración hacia Quien lo creó. Sabemos con toda seguridad que, al terminar nuestra estadía en esta tierra, aquel que hizo esta maravillosa creación no terminó aquí, sino que construyó nuestro “segundo piso” que, de acuerdo a la Biblia, será mejor, pues en él no habrá llanto ni dolor.
Se nos dice también que no habrá mar ni luna ni noche para contemplar, y no dejo de estremecerme por ello, pero mi confianza en Su sabiduría divina me reconforta y solo pido que me siga educando y transformando en este primer nivel, porque de seguro, lo que me espera en el cielo, no solo será espectacular, sino que también estará rodeado de una atmósfera de paz y de amor.
Nery De Las Casas Berreteaga, Estados Unidos
“Los cielos cuentan la gloria de Dios” (Salmo 19:1)