Vencer con el bien el mal
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“No se turbe vuestro corazón…” v. 1
Hace dos años mi madre sufrió una trombosis pulmonar. Fueron unos minutos muy angustiosos los que pasaron mi padre, mi sobrino y mi hijo mayor, cuando la encontraron inconsciente en el salón del apartamento y sin apenas poder respirar. Gracias a Dios, llegó la ambulancia en unos minutos, que les parecieron interminables, y los sanitarios consiguieron estabilizar su respiración.
Respirar significa vivir. No respirar significa morir, no existir más. La muerte causa angustia y temor a muchas personas. El hecho de dejar de vivir y no saber qué habrá más allá, es algo que nos preocupa por lo general. Hay quien vive como si ese momento no fuese a llegar nunca, y en el otro extremo, otros viven pensando que no habrá un mañana, aterrorizados ante la idea de morir.
El destino tras la muerte ha sido tratado por filósofos, teólogos, y un sinfín de autores en películas y novelas, pero sólo hay una persona que ha dado respuesta a este misterio. Jesús dijo que nuestro corazón no debía estar confundido en cuanto a la muerte, porque él mismo tiene un lugar preparado para cada uno de aquellos que creen en él. Además, dice que vendrá a recogernos y nos llevará a ese lugar maravilloso junto a él. Yo diría que es la cita perfecta, así que no debemos vivir angustiados.
Jesús nos invita a arrepentirnos de una vida alejada de Dios,
a recibir su perdón y a vivir en paz con él y nuestros semejantes por el resto de nuestra vida. Esta es la clave para partir a un destino seguro.
Beni Moreno, España