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Lectura: Salmo 27
“Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida para contemplar la hermosura de Jehová”. v.4
Los años iniciales de mi experiencia paternal fueron tiernos con mi primer hijo, porque cada mañana, muy temprano, solía despertarse conmigo y buscaba estar a mi lado, recostarse muy cerca de mí y jugar con papá; muchas veces incluso trepándose sobre mí. De hecho mi pequeñín ignoraba que podría ser un distractor para mi quehacer y mi estudio matutino; sin embargo de todo esto apreciaba la experiencia matutina porque mi pequeño hijo deseaba estar junto a mí. A todo niño le place el tierno hábito de estar con su papá.
David respecto de su experiencia con el Creador dice en Salmos 27: “Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová”.
Un adorador verdadero es aquel que desea estar más cerca de la persona que estima y ama, en este caso del Creador Maravilloso; no necesita grandes talentos para ser un buen adorador, no requiere un atuendo especial, no se demanda tecnología de punta; solo alguien que conozca la “hermosura y la santidad” del Señor y lo anhele cada día.
Nuestro acercamiento diario al Señor, lo que también llamamos devocional personal, o tiempo diario con Dios, debe estar impregnado del profundo deseo de encontrarnos con Dios. Como el niño pequeño se goza en los brazos de papá, así debemos aprender a gozarnos en la presencia diaria con el Señor. No ores fríamente, no leas para obtener datos, descubre la presencia de Dios cada día.
Julio Jaramillo, Perú
Un adorador anhela intimidad con Dios para contemplarlo.