Entrevista con el Dr. Pandiani – 2
20 julio 2018Responsabilidad
24 julio 2018
Lectura: Mateo 6: 19 – 21
“Haceos tesoros en los cielos” v.20
Tesoro. Para algunas personas está en sus dedos o manos (músicos, pintores, etc.); para otros, en la habilidad de utilizar sus pies para patear una pelota. Otros más lo cifran en los conocimientos que hayan logrado adquirir, con los que se desempeñan hábilmente en la vida. También están aquellos que lo aspiran a obtener alcanzando una holgada situación económica, una destacada figuración social o mediática o la sagacidad para montar una industria floreciente.
Se encuentran aun quienes piensan que su más preciado tesoro son sus propios cuerpos y los cuidan y miman, gastando mucho tiempo en embellecerlos y luego exhibirlos. Hasta existen los que piden que al morir sean momificados, esperando que alguien en el futuro logre descubrir la fórmula para deshacer su hibernación y volverlos a la vida (¡!)
La historia nos ha mostrado imperios financieros que se derrumbaron, ricos que devinieron pobres y pobres que se transformaron en ricos; la fama y el glamur que se desvanecieron como neblina matutina o pompa de jabón. En muchas ocasiones, al carecer de punto de apoyo estable y firme, se opta por el suicidio.
Hablando de los tesoros terrenales que pueden desaparecer cuando la polilla y el moho (herrumbre) los desgastan o algún ladrón robarlos, Jesús exhortaba: “Haceos tesoros en los cielos”, donde dichos predadores no pueden actuar.
Pero, ¿en qué consisten tales tesoros? En caracteres nobles, justos y veraces, en apertura y servicio al prójimo necesitado, en fe, esperanza, amor y otras virtudes cristianas. Comenzando por la entrega de la vida a Jesucristo y testimonio a su favor. Hoy podemos empezar a formar nuestro tesoro permanente.
David J. Corvino, Uruguay