Servicio Navideño

“A través de la Biblia”
17 diciembre 2013
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18 diciembre 2013
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jesus-pesebre-nacidoPor: Dr. Álvaro Pandiani*
Como la fecha de celebración de la Natividad de Cristo fue artificialmente impuesta a pocos días del fin del año, generalmente usamos esta época para hacer un alto y reflexionar. Los creyentes reflexionamos por partida doble, o deberíamos hacerlo. No solo tenemos para pensar en lo bueno y lo malo que nos dejó el año que se va, así como en proyectos para el que viene, sino también meditar en el misterio de la Encarnación de Cristo, en la maravilla del nacimiento del Eterno Hijo de Dios como un bebé indefenso, parido por su madre en un “humilde pesebre”; o sea, en un galpón de animales, seguramente sucio y maloliente. También debemos pensar en una manera más cristiana de celebrar la Navidad, tema en el que hemos insistido varias veces desde esta columna. Por ejemplo, que la celebración esté signada más por la espiritualidad que por los excesos gastronómicos; que los buenos deseos que tradicionalmente le prodigamos a todo el mundo sean más sinceros y menos vacíos, por no decir hipócritas. También, que la época en que se recuerda el nacimiento de Cristo sea más gozosa y menos deprimente (o depresiva); o que sea más solidaria y fraterna, y no tan egoísta y mercantilizada.

Todos los cristianos del mundo occidental recordamos esto e insistimos en estas cosas, sin que por supuesto a la sociedad posmoderna, secularizada a ultranza, se le mueva una pestaña, y cambie en algo el modo de celebrar estas fiestas “tradicionales” de fin de año. Y por supuesto que sin recordar ese evento magno, el nacimiento de Jesús, o solo tomándolo como un detalle más de nuestra cultura, elemento de una herencia que nos legaron nuestros ancestros, de cuando se vivía una vida más religiosa, y no tan vertiginosa.

A tal punto que uno se pregunta si quienes insisten en no celebrar la Navidad, recordándonos amablemente que esa fecha fue impuesta en el siglo IV por el papa romano, y que en realidad el 25 de diciembre se celebraba un festival pagano (todo lo cual es cierto), no tendrán razón.

Pero nuestra cultura nos brinda una fecha para rememorar la Natividad, en una época del año que invita a la reflexión y la introspección, así como a una meditación colectiva acerca de nuestras comunidades de fe, y su apertura y relación con la sociedad en que vivimos. En este contexto merece recordarse una escena “navideña” singular, que vi hace años en un programa de entretenimientos de la televisión uruguaya. En el mismo se representaba la cena de Nochebuena de un matrimonio adinerado y elegante, quienes estaban sentados a la mesa mientras en la calle, cerca de su mansión, dos pordioseros pasaban el tiempo sentados en la vereda, sin nada que comer. La distinguida señora se quejaba de no poder disfrutar su comida de vísperas de Navidad. ¿Qué la molestaba? Pues la presencia de los dos indigentes, sucios y andrajosos, casi a las puertas de su residencia. Al rato manifestó sentir mucho cansancio, y su esposo la estimuló para que se fuera a la cama, lo que ella hizo. Después de esto, el hombre preparó unos cuantos chorizos al pan, y se los llevó a los mendigos. Lo interesante fue que no les dio simplemente la comida; se sentó en el suelo a comer con ellos.

Es fácil espiritualizar esta historia breve, pues tiene una significación espiritual muy bella: así como aquel adinerado señor no frunció la nariz por compartir una comida sencilla con los pordioseros, Dios no se limitó a arrojarnos una limosna desde el cielo, sino que vino en persona y anduvo entre nosotros, compartiendo cosas de la vida cotidiana con los hombres y mujeres de su tiempo; y del mismo modo, vive hoy en el corazón de quienes le reciben por fe, para compartir con ellos sus vidas. Pero esta pequeña representación, que más que risa inducía a reflexión, esa reflexión de la que tanto hablamos en estas fechas, contiene una enseñanza de más largo alcance que la vinculada con la vida espiritual personal y la relación del alma de cada uno con el Redentor. Verdaderamente, cuanto más lo pienso, más me pregunto quién habrá sido el libretista, y qué había en su mente (y en su corazón) cuando escribió el sketch. Las carcajadas en off indicando al televidente que había llegado el desenlace cómico y que debía reírse, no logran borrar la impresión de que el relato apuntaba más a despertar una conciencia solidaria, fraterna y generosa para con el menos afortunado; una conciencia altruista y fraternal que supere, ignore u olvide los prejuicios de clase y la discriminación hacia los diferentes, los que tienen menos, los que huelen mal, o aquellos con los que no está bien visto que nos vean. Y nos preguntamos: semejante conciencia, ¿no está impregnada del auténtico espíritu navideño? (me refiero al espíritu de Belén, no al del norte de Europa, con nieve, árboles navideños y papás noeles). Y contestamos: sí; efectivamente, así es. Porque hay muchas maneras de expresar el misterio de la Navidad, con palabras contenidas en el Nuevo Testamento de la Biblia; pero en el contexto que venimos manejando, también pueden quedar bien éstas: “nuestro Señor Jesucristo… por amor a ustedes se hizo pobre siendo rico, para que ustedes con su pobreza fueran enriquecidos” (2 Corintios 8:9). Y cabe aclarar aquí que, si bien sabemos que Pablo habla de riqueza y pobreza en términos espirituales, también esto tiene una connotación material, pues tales palabras están contenidas en un capítulo que trata sobre las ofrendas monetarias dadas por los creyentes pudientes a la iglesia, y el correcto uso que la iglesia debe hacer de estas ofrendas: no el enriquecimiento de unos pocos oportunistas, sino la ayuda debida a los menesterosos. Esto que nos muestra por un lado la pureza del sistema de ofrendas que Dios ha implantado en su Iglesia, cuando el dinero es administrado de acuerdo a principios bíblicos, por otro lado muestra una pata de la estructura de servicio de la iglesia a la comunidad, la cual a menudo es olvidada.

Un diciembre, hace muchos años, un buen amigo quería predicar un sermón que vinculara la Navidad con el servicio, y me preguntó cuál pasaje bíblico podía ser adecuado. Le recomendé Marcos 10:45; fue el primero que me vino a la mente, pues en éste Jesús explica el propósito de su primera venida: “el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos”. Porque indiscutiblemente, la “venida” de Jesús cristalizó en su Natividad, cuando se hizo real la presencia del Hijo de Dios como un niño humano nacido de mujer. A mi amigo le pareció bien, pero me expresó que deseaba algo que enlazara la Navidad con nuestro servicio al prójimo; le sugerí que relacionara lo anterior con Juan 20:21: “Como me envió el Padre, así también yo les envío”. La conclusión parece clara: el Padre envió a su Hijo al mundo para servir, y Jesús nos envía al mundo a servir. Considerar esa dimensión de servicio, y servicio por amor, como la más noble y excelsa vocación, agradable ante los ojos del Altísimo pues su propio Hijo dejó un ejemplo formidable de servicio hasta la muerte, fue una novedad introducida por el cristianismo en una civilización que exaltaba la sabiduría y el poder, y despreciaba el trabajo, sobre todo el trabajo manual, considerándolo tarea de pobres y esclavos. Esa novedad, no impuesta por el cristianismo como una revolución social llevada adelante por medios violentos, sino infiltrada mediante una predicación que permeó la sociedad grecorromana de entonces con tales ideas, fue la que dignificó el trabajo, incluso el trabajo más humilde, bien que costó muchos siglos alcanzar tal modo de pensar, que hoy día nos parece normal, y hasta natural. Esa dimensión de servicio indudablemente está presente en nuestras ideas y principios de vida como cristianos, y se encuentra permanentemente en el discurso evangélico, sobre todo de líderes y predicadores. Los pastores, evangelistas y otros ministros son llamados “siervos” de Dios; y si su nombre se ha hecho muy notorio, y su esfera de influencia ha logrado extenderse mucho (quizás fuera de fronteras), son llamados “grandes siervos” de Dios. Y son ellos mismos, o por lo menos algunos de ellos, quienes dicen a los demás, a todos los cristianos, que todos pueden servir a Dios; o también, que todos los creyentes deberían servir a Dios.

El punto aquí es que tendríamos que rescatar el adecuado concepto de servicio, pues como evangélicos hemos caído en la trampa de considerar que solo servimos a Dios cuando predicamos, cantamos o hacemos música dentro de la iglesia; o cuando ofrendamos. El servicio del culto cristiano parece ser todo el servicio, cuando hay áreas más extensas de servicio fuera de la iglesia local, que dentro de ella. El servicio cristiano desinteresado, hecho por amor, puede y debe alcanzar a todos, creyentes y no creyentes, independientemente de que sea visto (y admirado) por quienes toman asiento para mirar a los que lucen ejecutando sus dones desde la plataforma, altar o púlpito. Jesús habló de dar de comer al hambriento y de beber al sediento, vestir al desnudo, hospedar al forastero, y visitar a los enfermos y los presos (Mateo 25:35,36). Cuando Pablo, Bernabé y Tito se reunieron en Jerusalén con Pedro, Jacobo y Juan para discutir acerca del evangelio que aquellos predicaban entre los no judíos, de aquel encuentro de grandes líderes de la iglesia primitiva, reunidos por cuestiones doctrinales, surgió una recomendación interesante: “Solamente nos pidieron que nos acordáramos de los pobres; lo cual también me apresuré a cumplir con diligencia” (Gálatas 2:10). La dimensión del servicio por amor al prójimo es más amplia que los muros de la iglesia local, o el templo donde ésta se reúne.

Pero hay muchas trampas en la vida cristiana evangélica moderna; aunque esto parezca paradójico, no lo es. Encontrar la fe en Jesucristo es una gran bendición, un beneficio, una maravilla, un milagro. Ser amado por Dios como Padre, disfrutar de su presencia en nuestra alma, ampararse en su protección, esperar que las cosas anden razonablemente bien en la vida, en la salud, incluso en el trabajo y la economía hogareña (pese a transitorias pruebas y dificultades que puedan venir), son bendiciones subsidiarias. Tener algo en que creer, alguien en quien confiar, una fe que da sentido a la vida y una esperanza que trasciende la misma muerte, saberse perdonado y amado, todo eso, no cabe duda, son grandes bendiciones; es decir, son cosas maravillosamente buenas para nuestra vida. Pero son esas cosas, justamente, las que deben impulsarnos a servir, a dar, a entregarnos por los demás; de la misma forma que sirvió hasta el fin Aquel que fue autor de nuestra salvación y de la vida nueva y abundante que disfruta el cristiano renacido.

Quizás sea hora que los cristianos evangélicos dejemos de pasar la vida soñando con “grandes conquistas” y “grandes victorias”, siempre aspirando a objetivos monumentales y logros de dimensiones hollywoodenses en nuestras congregaciones, templos, convenciones, confraternidades y campañas. Tal vez sea pertinente que consideremos vivir una vida sencilla, sólidamente cimentada en la Palabra de Dios, y coherente con el testimonio de servicio con el que Jesús nació, vivió y entregó su vida por todos. Una vida cristiana proyectada a la comunidad, a la que se llama al arrepentimiento y se anuncia las buenas noticias de salvación por la fe en Jesucristo, sí, pero a la que se sirve con nuestro tiempo, talentos y virtudes, así como también con nuestros bienes. Porque, como dijo Jesús de Nazaret, “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35), y de eso Él fue ejemplo máximo.

Quiera Dios que en esta Navidad aquella conciencia solidaria, generosa y fraterna de la que hablamos antes despierte (si es que está dormida), y decidamos vivir vidas cristianas sencillas, sin tantas “unciones” novedosas y otras modas con las que los evangélicos hacemos a menudo tanto aspaviento. Y que miremos más allá de nosotros mismos, de nuestros propios problemas, esperanzas y pretensiones, para permitir que el Señor desarrolle en nosotros una auténtica vocación de servicio.

De servicio desinteresado, ejercido por amor, para así hacer más creíble nuestra Navidad, más creíble nuestra fe, y más creíble nuestro testimonio de que Cristo está en nosotros.

 

* Dr. Alvaro Pandiani: Columnista de la programación de RTM en el espacio “Diálogos a Contramano” que se emite los días martes, 21:00 hs. por el 610 AM. Además, es escritor, médico internista y profesor universitario. (Adaptado del artículo Servicio navideño, publicado en iglesiaenmarcha.net, en diciembre de 2011)

 

10 Comments

  1. Carlos dice:

    Estimado ciudadano ateo:
    ¿Festeja usted el Día del Perdón judío ?
    ¿Festeja usted el Eid al Adha musulmán ?
    Y si usted no participa de esas festividades, porque entonces festeja la Navidad cristiana, de la cual usted descree ?
    ¿No le parece que una incoherencia de su parte ?

  2. Carlos dice:

    En el Uruguay político existe una famosa máxima que dice: ” Si quieres que algo no marche… pues entonces forma una comisión “. Yo creo que esa aseveración es muy válida en el ámbito político en dónde se ve muy frecuentemente, pero en otros ámbitos la cosa cambia un poco.
    Es cierto que ponerse de acuerdo entre varias personas es muy dificultoso, pero creo que sería muy interesante que la temática específica del Rescate de la Navidad convocaría de buen grado a toda la cristiandad. Y aquí no debe haber porscripciones. A mí no me interesa si el cristiano es católico, evangélico, pentecostal, anglicano, etc. la verdad es que no me importa de dónde provenga. Si me interesa que comparta la esencia del rescate. Una vez que estemos unidos en este tema, estoy seguro que algo muy interesante puede generarse acá en el Sur. Simplemente hay que tirarse a la piscina y comenzar a nadar !!!

  3. temis novo dice:

    Excelentes reflexiones, sobre la esencia de la navidad,sobre Jesús y su legado a nosotros y pienso que debemos compartir con todos, pensemos o no igual ya que Dios nos ama a todos, conoce nuestros corazones, es un Dios de Amor y no sabemos en que momento pondrá en nuestra boca palabras que quizás hagan sentir a los demás su presencia, su divina y maravillosa forma de tocar nuestros corazones. Feliz Navidad.Manifestemos el espíritu navideño y el amor al Sr. Donde nos toque estar.

  4. Carlos dice:

    Hace mucho tiempo que pienso en esta temática y siempre termino en el mismo punto.
    Los cristianos hablamos y criticamos la vida secular, la sociedad posmoderna y toda una gama de cosas que, al final lo único que se logra es auto-alimentar una situación de descontento. Somos especialistas en ver la “paja en el ojo ajeno”, pero la viga en el nuestro… ?
    Yo pregunto: ¿Qué hacemos nosotros -como colectivo social- para cambiar estas cosas? ¿Hemos creado alguna campaña de corte internacional que se plante de cara al problema ?
    La respuesta es: No. No nos hemos movido de la forma que se debería en el mundo de hoy. Simplemente algunos blogs, algunos artículos sueltos que hablan sobre la verdadera fecha de nacimiento de Jesús y del verdadero sentido de la Navidad.
    En este sentido me saco el sombrero ante la comunidad judía, y ante la comunidad islámica ellos sí que saben mantener sus tradiciones, sus fechas, sus festejos. Ah! y que nadie se atreva a tocarlas o diluirlas !!!! Pero los cristianos no, los cristianos no somos así, nosotros nos ocupamos de asustar a la gente con una fiestita totalmente devaluada como halloween, o si nuestras esposas deben tomar o no pastillas anticonceptivas, ahí sí ponemos toda la carne en el asador. Creo que llegó la hora en que deberíamos dejar de lamentarnos porque nuestra Navidad se nos ha escapado de las manos y comenzar a salir al mundo con otra postura, con otra actitud y comenzar a reivindicar el verdadero sentido de la Navidad, “peleando” por ella en el terreno que corresponde y con las “armas” adecuadas. Basta de diagnósticos !!!, católicos y evangélicos es hora de trabajar para rescatar lo perdido. Pero trabajar en serio. Porqué no desde el Sur, porqué no desde Uruguay ! Tengo un amigo judío que todos los 24 de Diciembre a las 12 de la noche brinda con otros amigos, y yo le digo: “querido amigo, tú no tienes nada que festejar, tú gente no cree en nuestro Jesús, tus antepasados contribuyeron a su muerte, por favor no brindes con nosotros”.

    • elrusoperes dice:

      Estimado Carlos, qué tal.
      No quiero entrar en discrepancias agrias con usted; he leído varios de sus comentarios a diversos artículos, y la verdad, coincido con sus opiniones en más del noventa por ciento (sólo chocamos en aquello de Halloween, ¿se acuerda?).
      Por eso, solamente permítame algunas observaciones y preguntas:
      ¿Artículos y blogs de opinión en medios masivos de comunicación no son hacer algo para intentar cambiar esta Navidad pagana y consumista? No digo que sea suficiente, porque obviamente no lo es; pero es algo. No estoy tan de acuerdo en eso de que “auto-alimentamos el descontento”; sinceramente, su reflexión me dejó perplejo. ¿Qué sugiere usted? Por favor, no tome a mal la pregunta, pero, ¿qué sugiere?
      Permítame otro par de consideraciones: las comunidades cristianas también mantenemos nuestras fechas y tradiciones; pero de lo que usted habla es de cambiar la sociedad en general, en lo cual estoy de acuerdo. No es eso lo que hacen las comunidades judía y musulmana (salvo los islámicos fanáticos, por medio de las armas y la violencia, gracias a Dios no aquí en Uruguay). Pero el intento de cambiar al mundo los cristianos lo hacemos a través de la predicación y el testimonio del evangelio y los valores del Reino de Dios. Cuando usted habla de “pelear” con las “armas adecuadas”, y luego cuenta como echó a un amigo judío del brindis de Navidad, eso es bastante inquietante.
      Aunque tal vez no estoy interpretando bien lo que quiso decir.
      Con mi mayor respeto. Bendiciones del Señor Jesús para usted.

      • Carlos dice:

        Sé que lo mío no es escribir, también sé que tengo algunas dificultades para hacerme entender, pero no obstante ello haré el esfuerzo pues bien lo vale.

        Intento decir que otras comunidades religiosas son bastante más rigurosas y precisas a la hora de mostrarle al mundo que cosa es la que están celebrando en determinado día del año. No tengo dudas que al mundo occidental en cual vivimos, no se le ocurriría transformar a “el día del perdón” – lo cito solamente a manera de ejemplo – en un día de consumo exacerbado como lo ha hecho con nuestra Navidad, no tengo duda que el marketing utilizado fue de gran efectividad logrando el enroque de Papá Noel por Jesús.

        Es ahí precisamente, en ese punto en dónde tendríamos que “contraatacar”. Deberíamos pensar en volver a poner las cosas en su sitio.
        Yo pregunto: ¿Qué tal si en las tandas televisivas aparece un video (muy bien realizado) con la imagen de la pasión de Cristo y recordando que es lo que se celebra el 25 de Diciembre ?, ¿Qué tal si en la ruta Interbalnearia aparecen grandes carteles recordatorios cada x cantidad de kilómetros de manera que todos los turistas lo puedan ver ?, ¿Qué tal si todas las radios AM y FM emiten en cada tanda un aviso que insista en el concepto ?
        Con esto que propongo estimados foristas, no estoy descubriendo la penicilina ni la pólvora, es sólo una herramienta, es una minúscula parte, hay mucho para hacer. Mucho para trabajar, mucho para “laburar”.
        Un viejo ingeniero amigo me solía decir: “mirá Carlos, no hay gente que avanza, simplemente hay gente que retrocede…”. No retrocedamos más por favor …!!!
        Hay que usar las herramientas del marketing moderno y no tener miedo de hacerlo. Eso si, ! lo que no me gustaría es que se argumentara diciendo que no hay recursos financieros para campañas porque ese argumento sería patético.
        También quisiera dejar claro que no eché a mi gran amigo judío, no de ningún modo, simplemente le he pedido que se abstenga de brindar con nosotros, (lo cual es diferente a echarlo).
        Yo no participo de su año nuevo ni de su día del perdón, no me corresponde pero lo respeto. A los judíos no les corresponde festejar la Navidad. Bueno… al final de cuentas ellos son los propietarios de los comercios que venden juguetes, tablets y smart phones. Talvez lo que verdaderamente festejen sean son sus grandes ventas navideñas.

        Muchas gracias por vuestro tiempo.

        • elrusoperes dice:

          Carlos, ahora sí está claro.
          Las ideas son excelentes; quiera Dios que algún podamos instrumentarlas.
          Lamentablemente, el “argumento patético” tiene mucho que ver en no se haya (hayamos) podido hacerlo. Pero no es el único; hay otros, entre los que cabe destacar el de las “chacras”: muchos ministerios o denominaciones evangélicas hacen esfuerzos unilaterales, para poder ponerles su “firma”, y bien grande.
          Por eso, yo apuesto a los ministerios interdenominacionales; en el área de las comunicaciones, éste mismo, Radio Transmundial, la cual también necesita que todos apoyemos, incluso financieramente.
          También otros; yo destaco Iglesia en Marcha (sólo internet, por ahora).
          Pero las ideas me gustaron mucho; ojalá entre todos podamos concretarlas un día.
          Un abrazo.

  5. leoncia martinez dice:

    DLB la berdad QUE EL HNO PANDIANI hace comentarios muy profundo que se comprenden y aprede yo soy unas de las tantas que no compareto estas fiestas como lo llama el mundo me desespera ver tanto egoismo consumismo desbordes x donde mires estos ultimos años la e pasado sola si siquiera con mis hijos y nietos gastan todo lo que no tienen ypasan meses pagando pero no le hables del verdadero NACIMIENTO DE JESUS xque molesta haci que me quedo sola orando leyendo la BIBLIA ROGANDOLE A DIOS QUE ESTO CAMBIE su comentario a abierto interrogante en mi sigo haci o auque me sienta incomoda voy con ellos gracias y FELIZ NAVIDAD

    • Álvaro Pandiani dice:

      Estimada Leoncia, nadie tiene derecho a hacerla sentirse incómoda, ni usted tiene obligación de someterse a una situación así.
      Pero hay otra manera de ver el problema. Si sus seres queridos perciben, o interpretan, que por causa de la Biblia y de su fe usted se aparta de ellos y no comparte la reunión familiar, eso puede ser contraproducente al testimonio de amor cristiano que se espera de todo discípulo del Señor.
      Al contrario, corre riesgo de ser vista como un bicho raro, alguien a quién la “secta” en la que está no le permite el contacto con su familia.
      No podemos esperar que las personas que no son creyentes entiendan cabalmente cuál es el verdadero espíritu del evangelio de Jesús, hasta que estemos con ellos y se lo mostremos con nuestros actos y palabras.
      Entonces, tal vez podría usted estar con ellos, no toda la reunión, pero sí un rato, para que vean que está con ellos, aunque fiel a sus principios cristianos.
      Muchas bendiciones de Jesús para usted, y Feliz Navidad.

  6. omar dice:

    Cuando observamos como se celebra la navidad hoy, tenemos que lamentar porque se ve que no se comprende lo que verdaderamente significa. Cristo vino a buscarnos y salvarnos, dejando las glorias que tenía con su Padre, y hoy por eso nosotros podemos tener “una herencia incorruptible, incontaminada, inmarcesible, reservada en los cielos” 1P. 1:4 “por su pobreza fuímos enriquecidos” 2 Cor. 8:9
    Que al pensar en la navidad, no pensemos en comilonas, y beberaje. Sino en aquel que nos amó, y manifestó su gracia para salvarnos y de esta manera, le honremos y glorifiquemos
    llegará pronto el día en que le veremos en el cielo y disfrutaremos de su presencia no viéndole en un pesebre sino sentado en el trono de Dios.

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