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LECTURA: SALMO 38
“…ni hay paz en mis huesos.” v.3
Estacioné y alguien ofreció cuidarme el auto, tenía apariencia desprolija, y poco aseo. Al mirarnos, advertimos que nos conocíamos de años atrás, él trabajó para el Estado, tenía esposa y 4 hijos, hablamos y con reticencia contó que abandonó su familia, fue despedido del trabajo, todo por el alcohol, drogas, juego, y ahora duerme en la calle. Recordó con nostalgia lo perdido, y de cuántas veces le hablé del Señor y le había regalado literatura y música cristiana que siempre ignoró. Hoy se sentía esclavo de su error, sin esperanza y rechazó consejos y ayuda que le ofrecí.
Muchos, no todos, pero muchos de nuestros problemas, son consecuencia directa de nuestros pecados. Nuestra libertad nos condena decía el filósofo francés, ateo, Sartre.
En el Salmo 38, escribe alguien que sufrió mucho como consecuencias de sus errores, y eso enfermó su cuerpo “… no hay paz en mis huesos…”
Es enorme la lista de errores en que incurrimos, como amor al dinero, soberbia, adicciones, excesos de comida, sedentariedad voluntaria que provocan obesidad y desajustan la salud, pereza, no perdonar, vivir amargado, envidia, celos, egoísmo, discutir por todo, consumir lo innecesario, gastando más de lo que se gana, irresponsabilidad en el rol familiar, laboral y en todo ámbito, vida sexual desordenada no importando el daño que se hace a otros, tener malas compañías, admirar y seguir malos ejemplos de vida, etc.
Debemos decir NO a lo malo.
El salmista buscó fuerzas en Dios, para salir de tan profundo pozo, Dios a pesar de nosotros, aun nos ama y cuenta con nosotros.
Debemos ser personas definidas, amar lo que Dios ama, aborrecer lo que aborrece, y ÉL nos dará la salida.
Marcel Legarra, Uruguay
Busquemos al Altísimo y salgamos de la oscuridad
