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LECTURA: PROVERBIOS 8:1-11
“Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; y todo cuanto se puede desear, no es de compararse con ella.” v.11
En muchas ocasiones nos encontramos en situaciones difíciles que comprometen nuestros pensamientos, nuestras decisiones y afectan nuestras acciones. No sabemos cómo actuar pues la inseguridad invade todo nuestro ser.
También habrá momentos cuando no dependerá directamente de nosotros sino de otros. Pero hay algo que siempre debemos considerar y es que, hagamos lo que hagamos, al final la decisión será nuestra para bien o para mal. Debemos reconocer que los seres humanos tenemos nuestras debilidades y defectos y eso nos desalienta. Por eso debemos evaluarnos a fin de reordenar nuestros planes, renovar fuerzas, emprender en el tiempo oportuno y avanzar.
Dios es bueno, nos ama, nos alienta, nos capacita y sabe frenarnos de ser necesario. Cuando nos encontremos en esas encrucijadas donde no sabemos qué hacer y tengamos que tomar decisiones que dependan o no directamente de nosotros, clamemos al Señor por sabiduría.
Recordemos ante todo la importancia de adquirir sabiduría y sobre todas las posesiones la inteligencia. La sabiduría es más valiosa que las piedras preciosas y todo cuanto en este mundo se puede desear no se compara con ella. La sabiduría siempre ha estado presente y con ella están las riquezas y la honra; riquezas duraderas y justicia.
Bienaventurado es quien la escucha.
Desde el principio de los tiempos estuvo en la creación y si clamamos al Señor recibiremos el oportuno socorro. Él nos responderá en cada necesidad al darnos la sabiduría como nuestra aliada, justo allí, en cada una de nuestras encrucijadas.
Jenniffer Montserat Pinto, Venezuela
Bienaventurado el que escucha a la sabiduría
