“Sentir de verdad”
1 septiembre 2022
Nido vacío
2 septiembre 2022
Lectura: Juan 4:5-15
“Más el que bebiere del agua que yo le daré no tendrá sed jamás.” v.14
El encuentro de Jesús con la mujer samaritana en el pozo de Jacob, propició una de las conversaciones más profundas y hermosas de todo el Nuevo Testamento. Es sorprendente que esa mujer, con una vida tan pecaminosa, fuera capaz de dialogar sobre temas espirituales y comprender tan rápidamente el mensaje del evangelio. Jamás debiéramos menospreciar a nadie. Mucho menos albergar prejuicios, aun en el caso de que su historia de vida personal no concuerde con nuestros principios. Cuando el Espíritu de Dios toca un corazón humano, no importa quien sea, suelen ocurrir milagros transformado.
No obstante, los discípulos de Jesús al verle hablar con una mujer de Samaria, aunque no dijeron nada, se asombraron. Había un precepto rabínico que decía: “Un rabino no debe hablar con una mujer en la calle; así sea su propia esposa”. Por lo tanto, pensaron que Jesús estaba comprometiendo su prestigio y el futuro de su ministerio hablando con ella. Craso error.
La mujer no solo comprendió ella el mensaje, sino que lo compartió enseguida con otros, quienes a su vez decidieron seguir al Señor y le pidieron que se quedara en el pueblo por dos días enseñándoles.
No permitamos que los prejuicios impidan que presentemos el evangelio a determinados tipos de personas. No importa cómo hayan vivido ni su conducta actual, ofrezcámosles a todas la atención y el amor que merecen, tal como nuestro Señor hizo. Un trato digno, inteligente y respetuoso, logra maravillas en quienes menos esperamos. Tendremos muchas satisfacciones al ver cómo el Espíritu obra en las personas, y las transforma.
Alberto I. González, Cuba
El evangelio es poder de Dios