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LECTURA: SALMO 46
“Estad quietos y conoced que yo soy Dios.” v.10
Llegó como visita indeseable, inesperada, pandemia no tiene virtud, COVID-19 no es nombre para recordar. Provocó en poco tiempo efectos que no conocíamos.
No todos infectados, pero todos estamos, de alguna forma, afectados.
Existen otros sinsabores, problemas de salud de gente cercana, lo económico, incertidumbre laboral, el aislamiento social. Ese año perdí a dos amigos muy apreciados que no olvido, y otro amigo, con dolor me contó como vio morir a su esposa de una larga enfermedad cruel, me quedé sin aliento. A lo cotidiano, se sumó la pandemia, y todo afecta.
Busqué a Dios en oración, solo, arrodillado, le conté todo esto, la lista de personas y países, por los que oré, fue muy larga pero también me quedé en silencio en su presencia. Luego, leyendo un libro, me encontré un poema de Santa Teresa de Jesús, como un Salmo sapiencial, muy íntimo, así misma se escribió:
“Teresa, que nada te turbe, nada te espante, todo pasa, Dios no se muda, quien a Dios tiene, nada le falta… solo Dios basta…eleva el pensamiento al cielo sube, por nada te acongojes…Nada te turbe….y venga lo que venga…Nada te espante…¿ves la gloria del mundo? Es gloria vana, nada tiene de estable, todo pasa…aspira a lo celeste, que siempre dura, fiel y rico en promesas, Dios no se muda…mantenga el alma, que quien cree y espera, todo lo alcanza…vengan desamparos, cruces, desgracias, siendo Dios su tesoro, nada le falta…y aunque todo lo pierda solo Dios basta…”
Que belleza, cuánto mensaje concreto. Mi corazón a este tiempo especial le dice, No te turbes, nada, nada, solo, solo, Dios basta.
Marcel Legarra, Uruguay
¿Entendemos el Salmo 46? “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”
