Consumado es
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31 marzo 2024LECTURA BÍBLICA: LUCAS 23:50-56
“y vieron el sepulcro, y como fue puesto su cuerpo.” v.50
Sabemos que cuando José de Arimatea —acompañado por Nicodemo según Juan—, sepultó a Jesús, las mujeres que seguían al Señor miraban desde lejos viéndoles envolver el cadáver con especies aromáticas según es costumbre sepultar entre los judíos (Juan 19:39). ¿Por qué se prepararon para hacer lo mismo cuando amaneciera el domingo? Así fueron de madrugada al sepulcro para ungir el cadáver, solo preocupadas por no saber quién les movería la piedra para poder entrar.
¿Sabes que los cuatro evangelistas callan totalmente qué hicieron los discípulos durante el sábado, día de reposo? Podrían haberse reunido para animarse mutuamente mientras esperaban el momento glorioso de la resurrección, pues Jesús aseguró que resucitaría. No obstante, sí se reunieron, pero para esconderse y lamentarse. Estaban defraudados, inconsolables… ¡y tenían miedo de los judíos! Su actitud el sábado fue frustrante y a la vez reveladora. ¡No esperaban que Jesús vencería la muerte! ¿Te extraña?
No debiéramos criticarles, porque a veces también nosotros entramos en “modo de sábado”. Aunque tenemos al Espíritu Santo —privilegio que los discípulos no tuvieron hasta tiempo después—, cuando los acontecimientos nos desconciertan; el dolor nos lacera; los planes fracasan; o las injusticias nos alcanzan, preferimos escondemos a llorar y contemplar la tumba de nuestros sueños, ¡cuándo en verdad debiéramos elevar la mirada al cielo y confiar en las promesas de Dios, su amor indescriptible y su poder infinito!
Nunca entres “en modo de sábado”. Si ayer sucedió una catástrofe, ¡mañana Dios puede llenar tu vida de grandes bendiciones! Sus propósitos siempre se cumplen, su amor jamás nos abandona.
Alberto I. González, Cuba
No insistas en contemplar tus frustraciones, contempla a Dios