Lo que Papá Noel no trae…

Por: Ps. Graciela Gares*

En las sociedades post-modernas Papá Noel (o Santa Claus) disputa con el niño Jesús el protagonismo en las fiestas navideñas. Millones de niños en el mundo se comunican cada año con Papá Noel para hacer realidad sus sueños.

¿Quién es Santa Claus?

¿Por qué su mito ha cautivado a chicos y grandes? ¿Qué necesidades satisface en nosotros?

¿Qué fantasías y anhelos logra cumplir?

El personaje evoca a Nicolás de Mira, obispo del siglo IV d. c., quien ayudaba a niños y desamparados. Al morir se lo habría canonizado como San Nicolás, llegando a ser patrono de algunas ciudades. En Holanda la tradición de San Nicolás se asoció al mito de un mago que se desplazaba en trineo tirado por renos, premiando a niños buenos y castigando a los de mala conducta. Trasplantado a los Estados Unidos lo bautizaron Santa Claus y traducido a la lengua española, Papá Noel.

Es la figura de un padre bonachón que cumple sueños y trae alegrías. Esta tradición involucra a los niños, pero es sostenida por nosotros, los adultos.

Papá Noel se ha robado la atención de la Nochebuena en las familias y muchos niños no hablan con Jesús ese día pero sí le escriben a Papá Noel.

La alegría que suscita en ellos no es objetable, pero atendiendo a las múltiples necesidades de la niñez hoy en nuestra sociedad, pensamos en las limitaciones de este personaje. Y lo hacemos en contraposición con Cristo, el verdadero protagonista que da sentido a la celebración de la Navidad.

Santa Claus trae a los niños alegrías y sonrisas, pero no regala a nadie el gozo ni la felicidad permanente. Cristo sí puede hacerlo.

Papá Noel puede traer regalos materiales para cada integrante de la familia, pero no puede conseguir la unión, reconciliación, ni armonía familiar. Jesús, declarado por Dios como el Príncipe de Paz sí lo haría. Él es capaz de unificar una familia que esté separada, ayudando a reconocer errores, perdonar y aprender a convivir en clima de paz y amor.

Santa Claus no lograría hacer cesar la violencia doméstica en la familia, ni liberar de drogas a alguno de sus integrantes. Cristo, siendo Dios Fuerte, es capaz de romper tales cadenas del mal.

Papá Noel no puede ofrecer refugio al niño que se sienta en peligro (por ejemplo, caso de bullying). Cristo sí puede hacerlo.

Santa Claus no puede dar al niño o al joven sabiduría tomar decisiones difíciles. Cristo sí, pues fue designado por su Padre como Consejero Admirable.

Como Padre eterno, el Hijo de Dios, cuyo nacimiento nos convoca cada Navidad, ofrece al niño el amparo y la compañía a lo largo de toda su existencia y en toda circunstancia. ¿Papá Noel podría hacerlo?

Ojalá nuestros niños en esta Navidad no sólo envíen sus cartas a Santa Claus. Es bueno que les avisemos que pueden comunicarse en oración con Cristo para pedirle por la unión de sus familias, por la paz para sus hogares o para agradecerle por todo lo bueno recibido en el año que termina: por la salud de ellos y de sus padres, por el sustento en alimentos y vestido, por el año escolar que terminaron y por la alegría de vivir que Dios puso en el corazón de cada uno de ellos.

Contribuyamos entonces a devolver a Cristo la centralidad que le corresponde en estas fiestas navideñas y a hacerle el objeto de la adoración del corazón de nuestros niños y nuestras familias.

“Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.”

Isaías 9: 6 – La Biblia.

* Ps. Graciela Gares – Participa en la programación de RTM Uruguay que se emite por el 610 AM – Columna: “Tendencias” – Lunes 21:00 hs.