Lo que distrae a las multitudes

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Por: Ps. Graciela Gares*

En 1843 el filósofo alemán Carlos Marx, en su obra Contribución a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, expresó acerca de la religión la famosa frase: “Es el opio del pueblo”.  Y agregó: “Se necesita la abolición de la religión entendida como felicidad ilusoria del pueblo para que pueda darse su felicidad real”.

Más allá del sentido que él haya querido dar a sus palabras, sus ideas se interpretaron atribuyendo a la religiosidad un efecto calmante, sedante, que adormece el espíritu revolucionario de los pueblos y que favorece el control de las masas sociales.

Hablando recientemente con un ex militante político de izquierda, hoy convertido en militante en las filas cristianas, le pregunté qué opinaba de aquella frase de Marx. Me contestó que hoy el opio de los pueblos lo constituyen otros factores. Habló del futbol, la televisión, la tecnología.

Se ha acuñado el término “distractores” para referir a aquellas cosas que sirven para desviar la atención de lo que nos es realmente importante. Los distractores nos ayudan a disminuir la conciencia de los asuntos que nos angustian.

¿De qué buscamos distraernos hoy?

La vida humana siempre ha tenido sus angustias y aún sus tragedias. Ganamos y perdemos, solemos fracasar, tenemos un saber limitado, existe la enfermedad, nos toca despedir lo que amamos, nos duele la transitoriedad de nuestra vida, nos resulta intolerable la soledad del ser humano frente a la vida.

¿A qué distractores apelamos hoy?

Hablemos del futbol. Alguien asimiló los estadios a la categoría de “templos” modernos. Allí muchos concurren a hacer su catarsis y olvidar momentáneamente sus problemas.

Parece inverosímil pero gran parte de la humanidad tiene su identidad personal ligada a un club de futbol (“soy de Nacional, Peñarol o de Boca Juniors”).

A nivel mundial se ha convertido en un fenómeno cuasi religioso, que moviliza masas, enfervoriza hasta el delirio, afecta la economía de países, determina cambios de infraestructura en las ciudades donde se celebran campeonatos mundiales. Las rivalidades deportivas se han cobrado vidas. El maridaje entre el futbol y la televisión hizo crecer exponencialmente su poder de convocatoria y en ocasiones llegan a suspenderse actividades educativas o acortarse las jornadas laborales para presenciar partidos.

Asimismo, la oferta de drogas para “anestesiarnos” frente a la existencia es variada: alcohol, marihuana, cocaína, sexo compulsivo, pornografía, trabajo excesivo, juegos de azar, etc.

Otro adormecedor de conciencia es el frenesí del consumo. No nos damos cuenta hasta que punto nos envuelve la tendencia a consumir. La alienación máxima queda en evidencia en los días de la madre, del padre, del niño, o en las jornadas de descuentos en los shoppings. Compramos lo innecesario, nos endeudamos, pero anhelamos seguir adquiriendo cosas porque ello nos da satisfacción.

Viajar también parece haberse constituido en otra conducta evasiva. Nos gusta desplazarnos, conocer lugares y realidades distintas. Siempre ha sido así. Pero hoy el fenómeno de los viajes cobró mayor entidad. La gente viaja por placer. Algunos han recorrido y conocido ya gran parte del planeta y siguen proponiéndose nuevos y exóticos viajes. Los más audaces hablan hasta de viajar a Marte! ¿En búsqueda de qué? Nos cuestionamos si se trata de un escapismo de la realidad.

Internet, celulares, tablets, siguen adueñándose de nuestro tiempo libre, del tiempo de descanso, de recreación o del que merecería nuestra familia. Creemos que si no estamos conectados  quedamos fuera del mundo actual. En realidad, el estar conectados permanentemente nos desconecta de las realidades sustanciales de nuestra existencia.

Siglos después de aquella famosa frase de Marx, el mundo está ampliamente secularizado. En lugar del Dios de la Biblia (Jehová), entronizamos y rendimos culto al dios dinero, tecnología, etc. Pero no alcanzamos la felicidad real de la que habló el filósofo alemán.

Esclavos del consumo, perdimos la libertad de disfrutar lo bueno de la existencia humana: la familia, la amistad, la naturaleza y sus misterios, la vida sencilla y en paz, la conexión imprescindible con nuestro buen Dios creador.

Nuestras sociedades sin Dios y sin ley se han tornado muy violentas pues estamos frustrados e insatisfechos. Los distractores a los que apelamos eran falaces. Prometían lo que no podían darnos: paz verdadera y felicidad. Resultaron ser “… cisternas rotas, que no pueden retener agua”. (Jeremías 2:13 – La Biblia).

Nos preguntamos: ¿Es la religión verdadera realmente un distractor o una necesidad?

Diversas cárceles del mundo están respondiendo a este dilema, abriendo las puertas al trabajo evangelizador entre los reclusos pues observaron en presos que abrazaron la fe en Jesucristo un cambio dramáticamente positivo en sus vidas.

La ley de Dios es perfecta, pues convierte el alma del hombre, hace sabio al sencillo…trae alegría al corazón. (Salmo 19: 7 -8)

* Ps. Graciela Gares – Participa en la programación de RTM Uruguay que se emite por el 610 AM – Columna: “Tendencias” – Lunes 21:00 hs.

4 Comments

  1. carlos perez dice:

    Otro factor no mencionado en el artìculo pero que definitivamente distrae a las multitudes desde tiempos inmemoriables son las discusiones por las ideas, por ello los lideres judios no pudieron reconocer a El Enviado, el punto de vista de un mecànico debajo de un carro no es el mismo que de un cliente que lo ve por encima, uno ve tornillos,soportes,mugre y el otro ve cristales,asientos,pintura reluciente…ambos pueden estar hablando del mismo carro y no ponerse de acuerdo y como enseño El Gran Maestro,estar blanqueado por fuera no garantiza el estar limpio por dentro. Por dentro solo nosotros sabemos como estamos, cada quien sabe donde le aprieta el zapato. La Gracia de Dios existe para nosotros pos Su Misericordia y se adquiere mas platicando con El que discutiendo acerca de El. Que La Gracia de Dios estè con vosotros.Amèn

  2. Juan Carlos dice:

    Las religión ha sido un distractor social y método de control de masas desde el origen de la humanidad.

  3. graciela gares dice:

    Estimado Carlos, gracias por participar.
    Vale la pena precisar que la frase que Ud. cuestiona no abre opinión sobre el uso apropiado y aún necesario de la tecnología, sino sobre el error de volvernos esclavos de ella. Está dicho claramente. Dios nos llamó a enseñorearnos de lo creado y no a esclavizarnos.
    La opinión sobre oponerse a los cambios tecnológicos corre entonces, por su cuenta.
    Si estamos bien informados, no podemos negar la presencia de consumismo así como de conductas adictivas respecto al uso de celulares o internet en sociedades como la nuestra. Los psicólogos solemos recibir pedidos de ayuda de individuos que luchan por superar adicciones de esta naturaleza, por tanto, abordamos estos temas conociendo la realidad y buscando alertar al respecto.
    No obstante lo dicho, sus discrepancias son bienvenidas.
    Dios le bendiga.

  4. Carlos dice:

    Aparentemente la Ps. Graciela Gares ha tenido un contacto directo con un izquierdista de la vieja guardia, aquellos de los que solían despreciar las expresiones de la gente a quienes ellos decían defender o representar, recuerdo que solían demonizar al fútbol y a la televisión, a lo que hoy agregan a la tecnología como nuevo demonio alienador. Lo interesante sería comprobar como este caballero seguramente tiene su celular de última generación, su notebook, su conexión Internet, su cuenta de twiter o facebook y su TV led 32 Full HD y si no la tiene seguro que pronto la tendrá.

    Con respecto a la famosa frase de Carlos Marx, creo que habría que analizarla en el contexto histórico en cual fue formulada. El hecho de ser cristianos no nos exime de ignorar la triste historia de acontecimientos ocurridos en la vieja Europa (y la cristianización hecha a sangre y fuego en América del Sur ) y en los cuales la iglesia fue arte y parte, y cuando no lo fue miraba para el costado.

    Hoy en día pastores, curas tienen sus celulares, tablets, notebooks, etc. No debemos oponernos al avance de la ciencia y la tecnología. Dios nos dio una inteligencia para que hagamos cosas. Y eso es lo que hacemos.
    Siempre hubo gente que se opuso a los cambios tecnológicos. Seguro que también debió haber ocurrido cuando se inventó la rueda, o cuando apareció la primera vacuna. Eso es inevitable.
    Quiero decir que me parece muy fuerte la frase: “Esclavos del consumo, perdimos la libertad de disfrutar lo bueno de la existencia humana: la familia, la amistad, la naturaleza y sus misterios, la vida sencilla y en paz, la conexión imprescindible con nuestro buen Dios creador.” Discrepo totalmente con esa visión. Me parece que habría que tener en cuenta que existen muchos hermanos de la fe trabajando honradamente en empresas de giro tecnológico y ello les permite dar de comer a sus familias, y sus trabajos dependen del flujo de ventas de la empresa. De hecho rtmuruguay.org tiene un fuerte componente tecnológico en toda su arquitectura, en su concepto.
    También discrepo en otros aspectos, pero sería muy largo de seguir. En lo que si acompaño el artículo es cuando dice: “La ley de Dios es perfecta, pues convierte el alma del hombre, hace sabio al sencillo…trae alegría al corazón. (Salmo 19: 7 -8)”

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