Bioética – Parte 3 – Ortotanasia
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Leyes
5 noviembre 2023
LECTURA: LUCAS 15:11-22
“No muchos días después, el hijo menor, juntándolo todo, partió a un país lejano, y allí malgastó su hacienda viviendo perdidamente”. v.13
A todos nos conmueve en alguna medida la conocida parábola del hijo pródigo. Sentí curiosidad por investigar lo que la gente entendía por el término “pródigo” y descubrí que para la mayoría significaba algo así como “el hijo que se fue”, o “el hijo que dejó todo”, o “el hijo que se fue y volvió.”
Claro, es interesante notar que cumple una función adjetiva: “pródigo” acompaña al sustantivo “hijo” en el título de la parábola. Y más interesante resulta saber que la RAE asigna conceptos opuestos a este adjetivo. El primer significado refiere al “que desperdicia y consume su hacienda en gastos inútiles, sin medida ni razón”. Y el segundo: “que desprecia generosamente (¡!) la vida u otra cosa estimable.” Ambos significados aplicables a las acciones de este hijo. Sin embargo, la tercera y cuarta acepción del DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) implican el concepto de ser dadivoso, o de tener y producir gran cantidad de algo. Por ejemplo, podríamos decir que la primavera es pródiga en colores. Tengo mayor dificultad para apreciar este segundo significado en las acciones del hijo. Puedo pensar que su actitud ingrata produjo gran cantidad de misericordia en el padre, y también una porción grande de dolor; pero me cuesta encontrar la virtud de la dádiva en este muchacho.
El joven se fue, eso no lo hace pródigo. El joven volvió, eso no lo hace pródigo.
El joven se fue, despilfarró su fortuna y volvió arrepentido, eso conmovió al padre, que lo recibió pródigamente en amor y misericordia.
Nancy Rodríguez Antivero, Uruguay
¿Eres un pródigo? ¿En cuál sentido?
