Abandono de la racionalidad – Parte 2
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Examen de codicia
7 febrero 2022
Lectura: Marcos 1:40-45
“Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio.” v. 45
En el año 2020 y 21 el mundo se vio agobiado por el covid-19. En mi país muchas empresas y fábricas no se detuvieron, quizás por eso, las ciudades fueron más castigadas por el virus. El personal médico y de enfermería trabajó agotadores turnos para atender a las víctimas.
Una enfermera cuyo nombre omitimos, nunca imaginó que, al regresar a su casa seria agredida por sus vecinos, ellos lanzaron piedras a su casa y la insultaron, finalmente tuvo que irse donde unos familiares. Al estar expuesta a la enfermedad ellos creyeron que podría contagiarles. En la antigüedad los leprosos recibían un trato similar, al acercarse una persona con esta enfermedad les lanzaban piedras, los insultaban y los agredían, tenían que vivir en lugares alejados ya que se les consideraba impuros, se les despreciaba por su condición.
En los tiempos de Jesús la lepra era incurable, las personas enfermas eran odiadas y temidas, además se creía que era un castigo por el pecado, por eso el día que un leproso se acercó a aquel grupo de personas la gente sintió asco y terror. El hombre se acercó a Jesús con reverencia, avergonzado de su condición y se postró convencido de su impureza y apeló a la misericordia de Jesús, al decir “si tú quieres puedes limpiarme”. No hizo exigencias, ni reclamos. Se postró ante el maestro pidiendo ser limpio; él lo recibió y le dijo “si quiero, se limpio” y lo sanó. Sin importar sus pecados o enfermedad Jesús resucitó para limpiarle a usted y sanarle de la peste del pecado.
Francisco Franco, Honduras
Jesús te dice: quiero, se limpio.