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Escuelas del siglo XXIPor: Ps. Graciela Gares

Uruguay comenzó otro año lectivo para estudiantes y docentes.

Mientras la propuesta educativa cada vez entusiasma menos a los jóvenes, en el mundo se habla de nuevos retos.

Finalizando el año 2015 visitaron nuestro país representantes de la “Fundación Jesuitas Educación” y compartieron los cambios radicales que vienen implementando en las escuelas de Cataluña, España, luego de años de investigar cuáles serían las estrategias educativas necesarias para los educandos de la postmodernidad.

Ellos se inspiraron en las transformaciones implementadas en la materia por Finlandia, país cuyos alumnos obtienen excelentes valoraciones en las pruebas PISA.

El modelo educativo tradicional estaría agotado desde hace tiempo, piensa el director general de la “Fundación Jesuitas Educación”.

De hecho, parecería que toda la sociedad occidental está debiendo encarar y resolver la crisis educacional planteada al adentrarnos en la postmodernidad.

Situándonos en el contexto de lo que ocurre en el mundo, quizá podamos entender mejor la crisis de la educación uruguaya, donde más que buscar culpables valdría pensar que los sistemas educativos tradicionales se han vuelto anacrónicos y deben actualizarse.

La psicóloga social española Villa Moral Giménez, formuló una tesis según la cual se habría generado una gran brecha entre la escuela como institución educativa y los educandos, porque la escuela es una institución “moderna” por excelencia, en tanto que los alumnos que hoy asisten a ella son parte de una sociedad “global y post-moderna”. De allí surgiría “una contradicción, una falta de ajuste y de correspondencia” entre lo que el centro educativo ofrece y lo que los chicos esperan.

La máxima expresión del malestar estudiantil la encarnarían los “ni – ni”, quienes se aburrieron y se desconectaron del sistema (no trabajan ni estudian).

En nuestro país, la escuela pública, laica y gratuita, nació bajo la influencia de pensadores y políticos de finales del siglo XIX (1877).

Tal como lo expresa la Psic. Soc. Villa Moral, los centros educativos  tradicionales  se caracterizan por mantener métodos de instrucción quizá perimidos, como por ejemplo, dictado de clases magistrales, donde el alumno participa poco, permaneciendo largos períodos sentado en quietud, escuchando, censurándose los desplazamientos y movilidad del educando, y aplicando métodos evaluatorios algo discutibles como son los exámenes.

En nuestro medio, la falta de aggiornamiento de las propuestas educativas a la realidad social viene determinando tanto el abandono en Secundaria, como el incremento llamativo de la matrícula en UTU, donde el alumno se prepara rápidamente para el mercado laboral.

Mientras nos seguimos preguntando qué hacer frente a estas realidades, otros ya están llevando a cabo los cambios pertinentes.

Los nuevos modelos pedagógicos en aplicación en ciudades de España y Finlandia parecen revolucionarios y radicales con respecto al aula tradicional. Allí los alumnos son los protagonistas.

Se procura ayudar al chico a construir su proyecto vital, descubriendo su talento único, sacando lo mejor y singular que cada uno lleva dentro.

Se potencia la curiosidad y creatividad en el aula. Niños y jóvenes aprenden haciendo, probando, equivocándose y corrigiendo sobre la marcha.

Se apuesta al trabajo en equipo (4 – 5 chicos), en contraposición al rendimiento individual tradicionalmente valorado.

Trabajan por “proyectos” en lugar de abordar materias o asignaturas individuales. A vía de ejemplo, en un proyecto de estudio del cambio climático, se orientará a los alumnos a elaborar una propuesta al respecto, debiendo previamente indagar sobre geografía, economía, ciencia, historia etc. Se habla de un enfoque holístico del aprendizaje, volviendo a integrar los saberes tal como se presentan en la realidad. Varios docentes de distintas disciplinas se hallan presentes en el grupo, interactuando con el alumnado.

Las aulas son cómodas, coloridas, oxigenadas, de puertas abiertas y el alumno tiene total movilidad (libertad de desplazamiento) dentro de las mismas. Los bancos con pupitre han sido reemplazados por mesas colectivas, sillones, pufs.

Los chicos comienzan el día planificando juntos los objetivos de la jornada (15’) y finalizan con una reflexión (15’).

El aprendizaje constituye un descubrimiento guiado, donde los niños aprenden observando, investigando, probando.

Hay evaluación continua e informe a padres sobre el avance o retroceso del alumno, pero no se califica con notas.

Esta estrategia pedagógica hace desaparecer algunas prácticas tradicionales, como por ejemplo: alumnos sentados durante horas, de cara al docente o al pizarrón. Docentes situados en su escritorio frente al grupo de alumnos. Horarios fijos para los recreos. Exámenes. Deberes domiciliarios. Asignaturas independientes. Silencio en clase. Docente único.

Las clases magistrales se reducen al mínimo, por ejemplo, para explicar un teorema.

En cuanto a los resultados observados, se afirma que hay cambios muy alentadores en actitud y predisposición al aprendizaje. Los alumnos llegan más contentos al aula. Aprenden a asumir responsabilidades. Desarrollan autonomía. Habilidades. Competencias. Se desalienta el individualismo al trabajar en equipo. Se refuerza el aspecto lúdico del proceso educativo. Aprenden divirtiéndose y el disfrute fijaría mejor los aprendizajes.

Para diagramar estos cambios formularon la pregunta ¿qué escuela querían?, dirigida a alumnos, profesores, padres, políticos, empresas e iglesias.

Si mi iglesia hubiera sido consultada, ¿qué aporte habría hecho?

¿Los uruguayos seríamos capaces de una transformación educativa de esta envergadura?

Pensamos que sí. De hecho, años atrás, una docente de lengua española en un colegio de nuestro país, trabajando con jóvenes muy poco motivados para la lectura, propuso a sus alumnos, en lugar de enseñarles teóricamente gramática y literatura, desafiarlos a que crearan una novela policial. Para guiarles en este proyecto, les puso en contacto con una escritora argentina del género policial para adolescentes.

Tiempo después esa docente nos comentaba: ¡Cómo se engancharon con la propuesta!

Iban a bibliotecas a buscar libros al respecto sin que la docente se los pidiera, se contactaban con la escritora preguntándole como escribir la novela y también, cómo era ella en su vida personal. Llegaban antes de hora al liceo con el entusiasmo de contarle a la docente lo que les respondía la escritora. En la experiencia aprendieron a fondo el estilo literario propuesto (novela), la historia del mismo, reglas gramaticales para escribir, informática al redactarlo, etc.

Con gran satisfacción la docente del curso acabó presentando la experiencia en un congreso internacional en la materia.

Experiencias como ésta nos muestran que es posible innovar en nuestra educación y que es posible motivar a las generaciones actuales.

Respecto a la propuesta de la Fundación Jesuitas Educación, pensamos que podría constituir una referencia pertinente frente a la crisis que atraviesa nuestra educación y las dudas existentes sobre cómo resolverla.

Si bien nos entusiasmó mucho la propuesta, también nos generó temores a raíz de algunas carencias que observamos. En el material de prensa al que pudimos acceder hallamos que la propuesta no hace referencia al ejercicio de disciplina en lo curricular, no habla de trasmisión de valores, ni del papel que le correspondería a las familias en la educación de los hijos.

Es seguro que los chicos no descubrirán valores para la vida y la convivencia a través del método de acierto y error. Los valores no se hallan en el interior del ser humano esperando que éste los descubra, sino que deben implantarse en el corazón y la mente del niño a través del acto de educar, orientar y guiar.

También nos preocupa pensar que con el gran protagonismo asignado al alumno, el docente pudiera quedar algo omiso en su labor como mentor para las generaciones que vienen. El educador no sólo debería “tutoriar” los proyectos de los chicos, sino hablarles de valores y sentido de vida.

Sabemos que la educación académica por sí sola no salvará a la humanidad pues los oficios, bachilleratos, tecnicaturas, licenciaturas y doctorados constituyen sólo herramientas para la subsistencia, pero no cambian el alma humana.

Acceder a más y mejores conocimientos y saberes no quitará la violencia del corazón del hombre, no reconstituirá la familia, no sanará heridas del corazón ni removerá manchas de la conciencia, pues la formación académica no transforma el alma. La instrucción divina sí.

Finalmente, recordemos que todos en alguna medida somos educadores y por tanto el tema nos involucra. ¿Cómo estamos educando desde las iglesias a chicos y jóvenes de esta generación post-moderna?

Jesús supo concitar la atención, presentando las verdades espirituales a partir de las vivencias cotidianas de quienes le escuchaban. Al pescador Pedro, lo invitó a ser “pescador de hombres”. A la mujer samaritana, preocupada por proveerse de agua, le ofreció el agua de la vida. Usó cómo símil las ovejas para dirigirse a un pueblo tradicionalmente pastoril.

¿A qué imágenes apelamos cuando queremos evangelizar a las generaciones actuales? Los “nativos digitales” que viven en las ciudades, poco entenderán de cántaros de agua, ovejas o vicisitudes de la pesca. En cambio, son muy afines a las redes sociales, celulares, tatuajes, motos, etc.

Siguiendo la estrategia del gran maestro Jesucristo, ¿podríamos usar esos elementos en alegorías adecuadas para presentar el evangelio?

Recientemente en un campamento juvenil cristiano se apeló a la analogía de descargar en el celular aplicaciones “pesadas” que entorpecen las comunicaciones, para darles a entender que si descargaban en sus mentes y corazones contenidos “pesados” vinculados a la pornografía, la violencia, el bullying, etc., la comunicación con Dios se dificultará. Recomendaban por tanto, darle “borrar” a tales asuntos. Pensamos que la mayoría de esos jóvenes captó el mensaje y no lo olvidará.

No se trata de cambiar la esencia del mensaje del amor de Dios y el sacrificio vicario de Cristo. Tampoco, de apelar a otro poder fuera del Espíritu Santo para cambiar corazones. Sólo re-pensar la vía y el modo para entregar tan trascendente mensaje, de modo que lo comprendan y se salven.

“De esta manera les enseñaba Jesús el mensaje, por medio de muchas parábolas como éstas y hasta dónde podían entender”. Marcos 4:33

*Ps. Graciela Gares – Participa en la programación de RTM Uruguay que se emite por el 610 AM – Columna: “Tendencias” – Lunes 21:00 hs.

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