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“La justicia, y sólo la justicia buscarás…” v.20
La justicia como concepto ha sido objeto de reflexión filosófica, legal y teológica, motivo de debate a través de la historia en todo el mundo conocido. Ha sido catalogada como una virtud humana, y se ha definido como el arte de hacer lo justo, y de dar a cada uno lo suyo. No se trata solo de un valor de carÆcter universal. La fe cristiana es abanderada de la justicia. Dios nos ordena, tanto a las naciones como a las personas, que seamos justos.
El Sistema Legal diseñado por Dios que hallamos en el Antiguo Testamento, aseguraba aplicar la justicia adecuadamente, teniendo como fundamento la selección de los jueces, descritos como personas honorables, dignas, temerosas de Dios, no sobornables y que despreciaran la falta de honradez. A estos se les requería ser equitativos, desprovistos de favoritismos o discriminación. A veces escuchamos el grito impotente de las personas ante un sistema corrompido por el poder político, por el dinero, o por las amenazas al administrador de justicia. Pero oímos de otros afirmar, Yo confío en la justicia de mi país, esperanzados de que su causa será manejada con equidad, haciendo valer el derecho por encima de toda artimaña o estrategia que pueda viciar un proceso o cambiar una sentencia.
Mientras navegamos entre ambas realidades, mantenemos la ilusión de que la verdad, la honestidad y el derecho de cada uno lleguen a ser respetados y defendidos dignamente. Hoy aspiramos a que los principios bíblicos de la justicia sean los que regulen a quienes tienen la autoridad de administrarla en nuestras cortes o tribunales, y que puedan hacerlo con probidad, firmeza e independencia.
Georgina Thompson, República Dominicana