Incondicionales a Jesús

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Lectura: Juan 3:25-30

“Es necesario que él crezca y que yo mengue”. v.30

Juan el Bautista cumplió su misión cuando Jesús apareció en escena, enseñando a sus discípulos que fueran tras él. ¿Le sería fácil permitir que sus seguidores le abandonaran para seguir a Jesús? Él era el precursor y Jesús el Mesías que debían seguir. Cuando supo que el ministerio de Jesús crecía, prefirió que así fuera.

La misión de los líderes y predicadores cristianos es lograr que las personas sigan a Cristo de forma incondicional, y no a ellos. Ello no significa que sea insano reconocer la labor de ministros fieles, como la Biblia enseña: “Obedeced a vuestros pastores y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes tienen que dar cuenta…” (Hebreos 3:17). Sin embargo, los siervos del Señor no trabajan buscando la alabanza por su trabajo, o la sumisión incondicional de todos a su voluntad. Nuestra misión es predicar el evangelio y velar por las almas de quienes servimos, enseñándoles que la única obediencia incondicional es a Cristo y solo a él.

No podemos exigir ni esperar que las personas nos obedezcan ciegamente, algo que algunos hermanos siempre desearán y se gozarán en hacer, sino luchar porque nuestros seguidores sean siervos incondicionales de Cristo, incluso cuando nos vean caer o fallar. ¿La razón? Siempre llega el momento cuando alguno de nosotros decepciona a quienes ministra. Debido a nuestra condición humana, es imposible que tal hecho nunca suceda. Por ello, es más seguro exigir incondicionalidad a Cristo y no a nosotros. Debemos impedir a toda costa que las personas nos coloquen en el lugar donde solo Cristo debe estar.

Alberto I. González, Cuba

Exaltemos a Cristo, no a nuestro ministerio.

Meditación publicada en el libro devocional de RTM Alimento para el Alma – volumen 20, para conseguir una copia de la edición impresa visítenos en Soriano 1335 (Montevideo, Uruguay) o en su librería cristiana más cercana.

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