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LECTURA: MARCOS 9:14-26
“¡Sí creo! – exclamó el padre del muchacho-. ¡Ayúdame en mi poca fe! v.24
En este relato, vemos la experiencia de un padre desesperado porque su hijo estaba poseído por un demonio que le producía trastornos neurológicos. Los discípulos de Jesús intentaron ayudarlo, pero sin resultados.
Poco después llegó el Señor Jesús y el atribulado padre le dijo: “te he traído a mi hijo, pues está poseído por un espíritu que le ha quitado el habla. Cada vez que se apodera de él, lo derriba. Les pedí a tus discípulos que expulsaran al espíritu, pero no pudieron”.
Tan pronto como el joven vio a Jesús el demonio lo sacudió de tal modo que se cayó al suelo. Jesús le preguntó al padre sobre la evolución del problema y con desesperación dijo: “Si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos”. Jesús le responde que todo es posible para el que cree y el padre con humildad exclamó: Si creo… ¡Ayúdame en mi poca fe”. Como respuesta el Señor reprendió al espíritu y el joven quedó sano.
Este relato nos muestra la humildad de este padre desesperado que pidió ayuda. Reconoció su incapacidad para resolver su problema y pidió ayuda para que su fe se acreciente de tal manera que pueda ver la sanidad de su hijo. La humildad nos hace reconocer nuestras imposibilidades y la fe nos permite apreciar el poder de Dios para ayudarnos. La humildad nos lleva hasta Dios suplicantes.
Hoy mismo puede descubrir que Dios, Padre Celestial lo escuchará. La situación puede ser muy complicada y hasta ahora nadie le ha podido ayudar, pero para Dios no hay nada imposible. Pida con humildad y fe.
Rogelio Nonini, Argentina
La humildad permite recibir la ayuda de Dios
