Historias de Ultratumba/Una Vision Cristiana – Parte 2

“A través de la Biblia”
14 agosto 2013
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15 agosto 2013
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fotocementerioDr. Alvaro Pandiani

¿Con qué ideas sobre el tema nos encontramos, en el Nuevo Testamento?

El Nuevo Testamento, escrito en el griego popular hablado en el Imperio Romano (algo así como el “lenguaje internacional” del imperio en esa época), traduce el hebreo Seol utilizando el término griego Hades. Ya los traductores de la Septuaginta, la versión de las Sagradas Escrituras judías al griego realizada en el siglo III antes de Cristo, habían utilizado esa palabra para trasladar Seol. Así, puede leerse cuando el apóstol Pedro cita el Salmo 16 (Hechos 2:27, 31), y en otras oportunidades en que Jesús (Mateo 11:23; 16:18; Apocalipsis 1:18) y el apóstol Juan (Apocalipsis 6:8; 20:14) se refieren al lugar de los muertos. Ahora bien, Hades es tomado del griego para nombrar el lugar de los muertos, pues es el término con que el pagano griego nombraba tanto al reino de los muertos, como al dios que gobernaba sobre dicho reino, el Plutón de los romanos (aunque Plutón es también una palabra griega). La mitología griega acerca del Hades fue desarrollándose; el Hades sí tenía subdivisiones claramente definidas: La primera región del Hades comprendía los Campos de Asfódelos, descritos en La Odisea XI, donde las almas de los héroes vagan abatidas entre espíritus menores, que gorjean a su alrededor como murciélagos. Sólo la ofrenda a ellos de libaciones de sangre en el mundo de los vivos pueden despertarlos durante un tiempo a las sensaciones de humanidad (compárese con los vampiros).

Más allá quedaba el Érebo, que puede usarse como un eufemismo para el Hades, cuyo nombre era temido. Había en él dos lagos: el de Lete, a donde las almas comunes acudían para borrar todos sus recuerdos, y el de Mnemósine (‘memoria’), de donde los iniciados en los Misterios preferían beber. En el antepatio del palacio de Hades y Perséfone se sentaban los tres jueces del Inframundo: Minos, Radamantis y Éaco. Allí, en el Trivium consagrado a Hécate, donde los tres caminos se encontraban, las almas eran juzgadas, volviendo a los Campos de Asfódelos si no eran virtuosas ni malvadas, enviados al camino del tenebroso Tártaro si eran impías o malas, o al Elíseo con los heroicos o los benditos.2 Interesa tener claro esta división del Hades griego, para luego ver un poco más en detalle el Hades neotestamentario, y lo que el Señor Jesús enseñó sobre el mundo de más allá de la muerte. El Hades mitológico, como vimos en la cita anterior, tenía varias secciones, que constituían destinos para las almas de los difuntos, luego de que éstas hubieran pasado por un juicio. Más en detalle, el inframundo de la mitología griega se dividía de la siguiente manera:

El gran foso del Tártaro consistía en una gran prisión fortificada rodeada por un río de fuego llamado Flegetonte. En un principio sirvió exclusivamente como prisión de los antiguos titanes pero luego pasó a ser el calabozo de las almas condenadas, entre las que se encontraban Ticio, Tántalo y Sísifo.
El territorio de los muertos, gobernado por el dios Hades, que también suele recibir el nombre de hogar o dominio de Hades (domos Aidaou), Hades, Érebo, los Campos de Asfódelo, Estigia y Aqueronte.
Las Islas de los Bienaventurados o Islas Elíseas gobernadas por Crono. Allí, residían tras su muerte, los grandes héroes míticos, como por ejemplo Aquiles, Diomedes y Peleo.

Los Campos Elíseos, gobernados por Radamantis, eran la morada de los muertos virtuosos y los iniciados en los Misterios antiguos. Sus habitantes tenían la posibilidad de regresar al mundo de los vivos, aunque no muchos lo hacían.3 Si bien la arquitectura del mito es confusa, dadas las múltiples fuentes, queda claro que había dos destinos para las almas: uno, al que nosotros llamaríamos infernal, era el Tártaro, lugar de los condenados; y otro para los bienaventurados (a su vez subdividido en dos: Las Islas de la Bendición para los grandes héroes, y los Campos Elíseos para las almas virtuosas). Importa conocer estos detalles del mito acerca del Hades griego, pues el Hades neotestamentario, en principio el mismo Seol hebreo, aparentemente se parecería más a aquel que a éste. Y para analizar la estructura del Hades neotestamentario, nada mejor que observar en detalle la parábola del rico y Lázaro.

Dice dicha narración de Jesús, en su nudo central (lo que sucede en el mundo de ultratumba): “Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. En el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces, gritando, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, males, pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado” (Lucas 16:23-25).

La enseñanza que esta narración trasmite se podría resumir diciendo que el rico, no se perdió simplemente por ser rico, ni Lázaro fue a un lugar de bienaventuranza por haber sido un miserable mendigo. En los evangelios se percibe, incluso en los discípulos de Jesús, cierta incomprensión y asombro cuando el Señor manifestaba que para los ricos era difícil salvarse (Marcos 10:23,24); esto, porque para los judíos de aquel tiempo las riquezas materiales eran señal de la bendición de Dios. Se infiere que el rico se perdió por haber confiado en sus riquezas, y haberse olvidado de Dios, mientras que Lázaro, que no tenía nada, debió haberse aferrado a Dios, y eso lo condujo a la salvación. Si la enseñanza de esta parábola es efectivamente esa, perdición o salvación según que la fe y la confianza hayan sido puestas o no en Dios, lo que representa no puede ser otra cosa que lo que Jesús dijo: un diálogo específico entre almas de difuntos, el rico y Abraham, con Lázaro de testigo, en el mundo de ultratumba. Este, para los judíos, era el Seol. Pero este Seol tiene una estructura claramente definida; hay dos regiones, una de consuelo, y otra de castigo, y un gran abismo las separa (vs. 26). Esto se parece más al Hades griego; incluso, los ángeles que llevan el alma de Lázaro cumplen la función de psicopompos, es decir, guías de almas, que en la mitología griega cumplía el dios Hermes.

Esta es la clase de argumentos que utilizan quienes niegan la doctrina de la existencia consciente del alma luego de la muerte, insistiendo en la temprana infiltración de ideas mitológicas griegas en la enseñanza cristiana. El problema que enfrentan es que esta narración, conocida generalmente como la “parábola” del rico y Lázaro, sale nada más ni nada menos que de la boca de Jesús de Nazaret. Como muchos han señalado, ni siquiera podemos afirmar que esta breve historia sea una parábola (narración de un suceso fingido, de que se deduce una enseñanza moral4); Lucas no la presenta como tal, y sería la única parábola del Nuevo Testamento en la que aparece el nombre propio de uno de sus personajes. Si no es una parábola (historia fingida), entonces sería una historia real, una auténtica historia de ultratumba, contada por el Señor.

Llama la atención que aunque este “Seol” tiene esa clara división en regiones separadas para los justos y los malos, algo que no aparece en las menciones del Seol en el Antiguo Testamento, ninguno de los judíos oyentes protestó o hizo mención de la diferencia. Esto se debe, seguramente, a que ya en la literatura judía del período intertestamentario comienza a aparecer esta división, antes vaga o inaparente: “En la literatura judía posterior nos encontramos con divisiones para los malos y los justos dentro del Seol, en las que cada cual experimenta un anticipo de su destino final”.6 Alguien podría argumentar aquí que es justamente en ese período, sobre todo desde la segunda mitad del siglo IV a.C. con las campañas militares de Alejandro Magno, que el pueblo judío toma contacto con el pensamiento griego, sus ideas, su filosofía, y sus mitos. El punto es que, otra vez, en el evangelio de Lucas leemos que es Jesucristo quién habla de este “Seol” (Hades). Influido por la literatura rabínica intertestamentaria o no, Él enseña claramente acerca de este “Seol” (Hades) dividido; aquí toma un nuevo significado el pasaje bíblico, ya citado, en el que Pablo dice que el Señor Jesús “sacó a luz la vida y la inmortalidad” (2 Timoteo 1:10), que también puede interpretarse como que Él dio a conocer lo que aún no había sido revelado acerca de la vida más allá de esta vida. En otras palabras, Jesús primero, y el Espíritu Santo enviado por Él más tarde, completan la revelación de Dios a la humanidad, en todos los aspectos, y también en éste, la vida después de la muerte.

Así como Jesús habló del Hades, más veces habló del infierno; y en todas, la palabra hace alusión a un lugar punitivo, un sitio temible “donde el gusano… no muere y el fuego nunca se apaga” (Marcos 9:44). En todas las oportunidades en que aparece la palabra infierno, ésta es traducción de gehenna, salvo en 2 Pedro 2:4, donde sale tartaroo, lugar al que fueron echados ángeles indignos, entregados a “prisiones de oscuridad” (recordar el Tártaro del Hades griego). Gehenna es, a su vez, una voz compuesta cuyo significado es “Valle (del hijo, o de los hijos) de Hinom”. El Valle de Hinom, un paraje cercano a Jesuralén, según algunas fuentes era un lugar donde se realizaron sacrificios humanos, sobre todos de niños pequeños, que posteriormente fue profanado, siendo destinado a ser usado como basurero:

1) “El Valle de Hinom fue usado como el basurero de la ciudad de Jerusalén. Desechos, materiales usados y animales muertos eran quemados aquí. Fuegos continuamente ardiendo, y humo de los escombros quemados se levantaban día y noche. Hinom llegó así a ser un símbolo gráfico de penas y juicio y del lugar de castigo llamado infierno. Traducido al griego, el Hebreo Gue Hinom llega a ser gehenna, el cual es usado 12 veces en el Nuevo Testamento (11 veces por Yahshua y una vez por Santiago), cada vez traducido en la versión de Reina-Valera como “infierno”. Tophet es basada en una palabra que significa “escupir”. Es un sitio al sureste de Jerusalén, en el Valle de Hinom, dónde los sacrificios de niños eran ofrecidos y los cuerpos muertos eran enterrados o quemados”.6

2) “La palabra geenna se refiere en su primer término al Valle de Hinom. En ese lugar se cometían abominaciones al ofrecer a sus hijos al dios Moloc. Después el lugar vino a ser lugar para tirar y quemar basura. Aun los cadáveres de animales se echaban allí. Siempre había lumbre para quemar continuamente la basura y siempre había gusanos”.7

3) “Infierno de fuego (Gehenna), referencia literal al valle de Hinom en las afueras de Jerusalén, donde se incineraban basuras, desperdicios y cadáveres; es, pues, una metáfora gráfica del tormento eterno”.8

Otra vez, esta referencia a un lugar específico en el que, en aquellos tiempos, ardían fuegos inextinguibles, como ilustración simbólica del lugar de condenación eterna, es literalizada por quienes se niegan a creer tanto en la existencia del alma consciente tras la muerte, como en la cruda realidad del justo castigo. La interpretación literal de Gehenna suena absurda cuando la aplicamos a las palabras de Jesús: “No temáis a los que matan el cuerpo pero el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28). La gehenna en la que podía ser destruido alma y cuerpo, evidentemente, no era el Valle de Hinom en las afueras de Jerusalén; Jesús habla de otro lugar al que el alma puede ser echada para perdición, como se desprende del pasaje paralelo de Lucas 12:5: “Temed a aquel que, después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno”. Como dicen los autores del artículo Los testigos contra Jehová y el infierno (citado como referencia bibliográfica Nro. 7), los fuegos del Valle de Hinom hace mucho que ya no arden, pero Jesús dijo que el fuego del infierno “nunca se apaga” (Marcos 9:44).

9 Comments

  1. martin dice:

    saludos, excelentes los temas pero me perdi la primera parte donde la puedo ver para leer gracias

  2. Rodolfo dice:

    Me gustaria leer también la primera parte, pero no encuentro el acceso a él. ¿me podrian ayudar?

  3. xochitl gonzalez almada dice:

    No sé, si en parte, este artículo fue escrito para contrarrestar las películas de terror con el tema de ultratumba que tanto han proliferado hoy día y que tienen el propósito, entre otros de afirmar que los muertos vuelven, herejía que se remonta al princpio de los tiempos. Estaré atenta si incluyen el pasaje de Saúl que aparentemente hace regresar al profeta Samuel.

  4. Carolina Vallejo dice:

    Comparto que no se está buscando amedrentar a nadie ni desde lo desarrollado aquí y menos desde la Biblia. Ese no es ni el espíritu , ni la intención.

  5. Sembrador dice:

    Todo bien, pero hay un par de cosas que quiero decir sobre el comentario de Daniel. Primero, me confunde lo del “juego de palabras”; perdón, pero creo que la diferencia con quienes no creen en el infierno e interpretan literalmente Gehenna, es algo más que una cuestión de semántica. En el artículo se dice claramente que Gehenna representa, mediante la alusión al Valle de Hinom, un lugar más allá de este mundo, donde van las almas de los condenados.
    Y en segundo lugar, no me convence lo de AMEDRENTAR. Es verdad que Jesús habló varias veces, y en forma solemne, acerca del infierno y la eterna condenación. Pero el énfasis del evangelio está en el AMOR DE DIOS, manifestado en el sacrifico de Jesucristo para SALVACIÓN. El mensaje central de la Biblia no está en los versículos sobre el infierno, sino en Juan 3:16: tanto nos amó Dios, que envió a Jesús para que creamos en Él, y así no vayamos a eterna condenación.
    No sé, me parece.
    Un abrazo.

  6. Álvaro Pandiani dice:

    Daniel, te cuento que el artículo aún no terminó; resta una tercera parte, en que se habla algo más del infierno, y luego de la bienaventuranza eterna. Lo que sucede es que en la página va saliendo por partes, de acuerdo al comentario de cada parte que se hace semanalmente en la columna radial. Tal vez no sea insuficiente, sino que está incompleto. Ahora, si tú pensás que el énfasis debería ser amedrentar con el infierno, bueno, te cuento además que ese no fue el propósito del artículo; el propósito de esta primera entrega en 3 partes es dar una base de lo que la Biblia dice acerca de la vida más allá de la muerte, para luego hacer una segunda entrega de las historias de ultratumba, con un enfoque por completo diferente, centrado en la imaginería popular sobre el tema.

  7. Carolina Vallejo dice:

    Excelente trabajo que nos permite desenmarañar tantas y tantas cosas.
    Animo y adelante , éstas temáticas son muy formativas.
    Me tomo el atrevimiento de dar una modesta sugerencia para el 2009: la publicación de éstos temas como una sola publicación pero con el agregado de los comentarios trabajados como texto.(no se si queda claro)
    Incluso se podría agregar otros materiales.

  8. Daniel Alvarez dice:

    Es muy bueno el artículo, pero insuficiente. Sólo al final se desprende la diferencia entre el pensamiento de quienes no creen en el infierno, y de quienes hemos aprendido, Biblia en mano, que existe. NO es un simple juego de palabras lo que amedrenta a TODA la humanidad: es una perfecta realidad!!

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