Agradecimiento
21 junio 2023
Una cueva para alabarte
23 junio 2023
LECTURA: MATEO 13:1-9; 18-23
“…parte cayó en buena tierra, y dio fruto…” v.8
Cierta iglesia tuvo un nuevo pastor. Toda la congregación estaba expectante por su primera prédica. Era una exposición brillante. El próximo domingo todos se miraron extrañados porque era la misma prédica del domingo pasado. Cuando al tercer domingo se repitió lo mismo, preguntaron indignados al pastor si era lo único que sabía predicar. Él respondió: “Pongan en práctica lo que he predicado y cambiaré de tema.”
Jesús presentó una parábola en la que un sembrador se iba por el campo, esparciendo su semilla. Pero sólo una parte de ella dio el resultado deseado. ¿Era culpa del sembrador? ¿Será que parte de la semilla estaba en malas condiciones? No, en absoluto. El problema estaba en el tipo de tierra en la cual cayó la semilla.
La semilla es la Palabra de Dios. La respuesta del primer grupo de personas a esta semilla es inexistente. Con ellos no pasa nada. La Palabra “entra por un oído y sale por el otro”. La gente representada por el terreno pedregoso son personas emocionales que fácilmente se entusiasman, pero también fácilmente se desaniman. Son personas que han visto algún beneficio en el mensaje, pero éste nunca se convirtió en convicción para ellos. El tercer grupo de personas también oye el mensaje que despierta cierto interés. Deciden intentar, pero nada cambia en su vida.
Ninguno de estos tres tipos de tierra produce fruto alguno. Pero hay todavía un cuarto grupo. El mensaje cala profundamente en ellos y produce transformación.
En diferentes momentos podemos ser representados por cualquiera de estos terrenos. Pero, ¿cuál es el que más te caracteriza?
Marvin Dück, Paraguay
Dios busca en ti el fruto de la obediencia
