El amor como medicina

Ojo ajeno
13 junio 2019
Tu seguridad
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Por: Ps. Graciela Gares*

 

Parte 1:

Parte 2:

Parte 3:

 

Mientras en todo Occidente el lobby proaborto se esfuerza por hacer prevalecer los derechos de la madre sobre su hijo en gestación, en Uruguay algunos miles de voluntarios se siguen anotando en lista de espera para para defender el derecho de los recién nacidos y abandonados, a sobrevivir y sentirse amados, cuando no tienen una familia estable que les dé la bienvenida a la vida.

Tal es la evidencia del trabajo del grupo “Canguro Uruguay”, que desde hace pocos años vio la necesidad de suplir el vacío afectivo de niños que nacen en situación de abandono familiar (circunstancial o permanente), en una de las maternidades más importantes de nuestro país, en cuanto al número de nacimientos que allí se registran. Por el momento el servicio se brinda en el Hospital Pereira Rossell, pero no descartan extenderlo a otros servicios de salud.

Por la importancia de su labor (y aunque los proabortistas y feministas no lo reconozcan ni apoyen) la Fundación Canguro ha recibido un premio de la Unión Europea (2018), por defender los derechos humanos de la población recién nacida.

La tarea de esos voluntarios consiste en acompañar a bebés de entre 0 y 3 meses, que nacieron sin la acogida de una familia. A veces su mamá es adicta a drogas; en otros casos es una madre incapacitada de cuidarle o con dificultad de hacerse cargo de su hijo por razones económicas o de otra índole, o por estar sola por el abandono de su pareja. Algunos progenitores visitan al bebé esporádicamente; otros directamente no lo hacen nunca. En general, se trata de familias muy vulnerables o de contexto social crítico. Varios de estos bebés nacieron con bajo peso.

Los voluntarios Canguro procuran que el bebé no esté nunca solo. Para ello les brindan un “maternaje” de 24 horas durante los 365 días del año, aun en fiestas como Navidad o fin de año, aportándole lo que definen como “nutrición afectiva”, es decir, afecto, contacto piel a piel, cambiando pañales, meciéndoles o haciéndoles dormir, cantándoles, durante los primeros 90 días de vida, para favorecer su desarrollo y evolución saludable. Les brindan esta contención afectivo-emocional hasta que la situación familiar del chico se resuelva o hasta que un juez determine el destino del niño.

La Fundación Canguro es una organización no gubernamental, sin fines de lucro, que surgió en Uruguay en el año 2016. De los 170 voluntarios que desarrollaban la tarea en determinado momento, un 95 % eran mujeres y el 5 % restante varones, repartidos en distintos turnos para cubrir las 24 horas de atención a los bebés. Lo más sorprendente es que la organización llegó a tener alrededor de 2000 personas en lista de espera para sumarse a la tarea, ya sea para trabajo diurno o nocturno. Fundación Canguro realiza entrevistas para conocer el perfil de los candidatos y seleccionar a los que se sumarán al equipo.

Las dos profesionales que lideran este proyecto, la Dra. Pamela Moreira y la psicóloga Soledad Vieytes, opinan que los beneficios del trabajo que realizan en pro del bienestar de estas criaturas, son inmediatos pero también de largo plazo. Expresan que los bebés logran una mejor tolerancia del estrés, reducen su nivel de miedo y comienzan a percibir el mundo como un lugar seguro. Además, se vuelven proclives a socializar y ser audaces, por el hecho de sentirse acompañados. A su vez, expresan que la “nutrición afectiva” promueve la adquisición del lenguaje y el desarrollo de sus capacidades cognitivas, a la vez que fortalece su sistema nervioso y el inmune. Todo ello nos recuerda la importancia fundamental del “sostén” o “holding” materno en las primeras etapas de la vida.

Moreira y Vieytes señalan que antes que comenzaran su labor, los bebés aumentaban de peso en un promedio de 180 gramos por mes en la maternidad del Hospital. Luego del primer año de trabajo de la Fundación en dicha área, el incremento de peso que se verificó en los bebés fue de 340 gramos, duplicándose. Al respecto, Vieytes habría expresado lo siguiente: “El cerebro nace con la expectativa de encontrarse con dos sensaciones, el olor de la madre y el contacto con su piel. Eso hace que se sienta seguro y reduzca el estrés que le produce el momento del nacimiento y la separación de la madre. Cuando el bebé se siente seguro, siente confianza, se abre al mundo. Cuando el bebé no encuentra esas sensaciones se siente amenazado, por lo cual su respuesta es cerrarse”. La profesional explica que el contacto piel a piel estimula la secreción de oxitocina, llamada “hormona del amor”, cuya presencia en el organismo promueve una mejor asimilación de los alimentos y un sueño mejor, lo cual ayuda al niño en su desarrollo.

Si para alguien tal labor puede sonarle como trivial, el pensamiento de Winnicott (un referente en psicopatología infantil) señala lo contrario. Una madre (padre o sustituto) tiene un sentido de responsabilidad, … si tiene un bebé en sus brazos está comprometido de un modo especial… sostener a un bebé es una tarea especializada, que supone sostenerlo no solo físicamente, sino también emocionalmente. Le asegura amparo y contención en un período vital de dependencia absoluta.

Nos preguntamos: ¿qué es lo que mueve a un voluntario a asumir el compromiso de dedicar su tiempo personal, tiempo de vida, de interacción familiar o de descanso, para dar dedicación absoluta durante un lapso de tiempo a un niño que él no trajo al mundo, y con el cual no puede encariñarse, dado que pronto saldrá de su vida? ¿Qué puede motivarle a tener que sacrificar una noche o una Navidad a su lado, para que no se sienta solo?

Sin dudas, esto habla bien de la reserva de valores solidarios en la sociedad uruguaya, y por ende nos enorgullece. Cada voluntario retorna a su hogar luego de aportar su cuota de amor y cuidado a una criatura, sintiéndose muy pleno y satisfecho en su interior, dado que los seres humanos nacimos para amar y buscamos oportunidades para realizarnos en tal sentido. A todos nos sienta bien dar amor gratuito, sin una recompensa material a la vista. Cada uno que se involucra en esa tarea sabe que dejará una huella indeleble en la vida de alguien (aunque no se lo retribuya ni le vuelva a ver) y eso le aporta sentido y trascendencia a su vida. El rol del afecto para asegurar la vida y el desarrollo pleno del individuo, ubica al amor como motor de la vida humana, y pone al descubierto el error de perseguir otras motivaciones (llámese riqueza, fama, poder) como sentido vital.

Cristo hizo del amor el tema central de sus prédicas: “En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Juan 15:13). “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente —le respondió Jesús-. Este es el primero y el más importante de los mandamientos.  El segundo se parece a este: Ama a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas“(Mateo 22:37-40). La humanidad no ha tenido otro líder como Jesucristo.

En tiempos preelectorales, el tema del amor al prójimo está ausente en la plataforma de cualquier candidato político nacional o mundial. Fuentes de trabajo con remuneraciones justas, seguridad y no violencia son buenos señuelos para ganar el apoyo de votantes en época electoral. Pero no solucionan problemas sociales graves como el desamparo de los niños no deseados, la disolución y fragmentación familiar o la epidemia de soledad creciente en las grandes ciudades. 

Mientras tanto el amor sigue curando, abriendo puertas, favoreciendo el desarrollo humano y social. Es la vitamina que la psiquis humana necesita para no descompensarse, por lo que a lo largo de la vida necesitamos procurarnos la dosis de afecto que nos mantenga vivos y nutra nuestro sentido de vida. La deprivación (abandono) afectiva no solo hace inviable el desarrollo de la vida del recién nacido, sino que deteriora la calidad de vida del individuo en cualquier etapa vital en que se encuentre.

El bebé no querido no puede alcanzar su desarrollo esperado, su sistema inmune suele debilitarse y por complicaciones podría morir. Durante la infancia, los niños criados sin amor manifiesto y permanente, desarrollan escasa autoestima, se muestran inseguros, solitarios y alcanzan pobre desempeño escolar. Los adolescentes que experimentan desamor se vuelven rebeldes, agresivos (como contracara de la depresión), y fácilmente se involucran en conductas de riesgo como consumo de alcohol y otras drogas, picadas en motos o delincuencia. La salud mental de niños y jóvenes criados sin amor se deteriora y pueden aparecer tempranamente trastornos comportamentales de distinto orden como por ejemplo, anorexia o bulimia. El desamor del divorcio suele ser devastador para los cónyuges y marca negativamente la vida de los hijos. En cualquier etapa de la vida el desamor es también un factor de riesgo para el suicidio.

Hay afirmaciones en el texto bíblico que en principio nos pueden parecer drásticas o dramáticas en extremo, hasta que la realidad nos muestra lo contrario. Así ocurre con el pasaje que declara homicida al que no ama a su hermano (1 Juan 3:15). Todos necesitamos amar y ser amados pues fuimos creados a imagen y semejanza de nuestro Dios, quien se define a sí mismo como Amor (Juan 4: 8).

 

*Ps. Graciela Gares – Participa en la programación de RTM Uruguay que se emite por el 610 AM – Columna: “Tendencias” – Lunes 21:00 h

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