Esperar
15 febrero 2019La posverdad
19 febrero 2019Lectura: Mateo 16:24-26
“…Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” v. 24
Realizando un Postgrado sobre Didáctica Universitaria, tuve la oportunidad de trabajar en una investigación sobre Discipulado y Fundamentos de la fe cristiana. Mientras leía literatura cristiana acerca de estos temas, de manera unánime los hombres de Dios apuntaban al versículo de los evangelios indicado más arriba. Era un pasaje que lo había leído muchísimas veces, entendía lo que significaba, pero fue un día que el texto bajó del cerebro al corazón, me di cuenta que mi propio discipulado corría el riesgo de ser una mentira. Estaba investigando sobre un supuesto problema en un grupo de cristianos, pero terminé sumergiéndome yo mismo en el problema que me había propuesto investigar, a la luz de la palabra yo ni siquiera calificaba para ser un seguidor de Cristo.
Seguir a Cristo como Señor y Salvador, y ser enseñado por él, es un verdadero privilegio y milagro, los cristianos somos hechos hijos de Dios, no por naturaleza ni deseos humanos, sino porque Dios mismo nos ha engendrado (Juan 1:13). Pero corremos el peligro de estar recibiendo a otro Jesús, asegurémonos de estar siguiendo al Cristo de la Biblia, porque si recibimos al verdadero Salvador, indefectiblemente él será también nuestro Señor, es imposible que Jesús sea solamente nuestro Salvador y no nuestro Señor.
¡Vamos hermanos!, sigamos a Jesús, renunciando a los deseos de nuestro yo y presentando nuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a nuestro Rey y para Su reino.
Francisco Pintos, Paraguay