Dios probará su amor hasta el fin de nuestras vidas*

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le-jeudi-1er-octobre-saguenay-souligne-la-journee-internationale-des-personnes-agees-001“Un amigo mío, con setenta años ya cumplidos, plantea el tema de la vejez de la siguiente manera: “Envejecer no es para pusilánimes”. Cualquier persona que llegue a esa edad experimentará una avalancha de pérdidas y discapacidades. Logre vivir lo suficiente y sobrevivirá a todos sus seres queridos: padres, amigos, cónyuge, y a veces incluso hijos y hasta nietos. Puede que viva más que su dinero. Puede que viva más de lo que pueda ser útil en su trabajo u otro entorno productivo. Vivirá más que su fama. Ya no formará parte de los acontecimientos. Vivirá más que su salud que, como todo sistema corporal, se deteriora. Puede que viva más allá de su capacidad para caminar, de no necesitar pañales, de alimentarse por sí mismo. Puede que viva más que su memoria y puede que llegue al extremo de perder la capacidad de enlazar ideas, de relacionarse con los demás de la manera en que quisiera, e incluso de recordar quién es.

Si logra vivir lo suficiente, perderá todo bien terrenal y después, sin duda, perderá la vida. Es en este contexto que Dios promete gentil y persistentemente probar su amor soberano, eterno e invariable. Con ternura, él sostiene al desvalido. El Salmo 23, versículo 4 probablemente haya dado mayor consuelo a más personas que sufren y aún a moribundos que ningún otro pasaje de las Escrituras: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo.” “Sombra de muerte” y “mal alguno”: cualquiera de los tantos males que le pueden sobrevenir a alguien. Lo más probable es que esa “sombra de muerte” que se aproximaba y amenazaba a David fuera algún enemigo (muy probablemente Saúl) que quisiera matarlo. Como oveja acechada por lobos, David vive, pero bajo la sombra de la muerte que acechaba. David generaliza esa experiencia en la expresión “mal alguno”, o sea, cualquier mal que pudiéramos sufrir. La metáfora concuerda convincentemente con las penurias del envejecimiento. Envejecer proyecta un número específico de sombras de muerte que nos acechan: enfermedades, pérdidas, debilidad, impotencia, inutilidad.

De hecho, si lo piensa (sea usted joven o mayor) TODA manifestación de sufrimiento importante, todo mal, deja el sabor amargo de la muerte en su boca. “Sombras de muerte” no es una simple metáfora evocativa, y la intención de “mal alguno” no es solamente generalizar. Dichas sombras y males son específicos para cada persona: son sus sufrimientos significativos.

¿Puede usted decir: “No temo mal alguno”? ¿Puede, con toda honestidad, decir: “No temo a ________________? Si el Dios de la vida, está en verdad con usted, sosteniéndole como a un corderito, dejará de temer a cualquier sufrimiento. Si Dios promete su completa fidelidad hacia usted, si el amor indestructible lo acompañará a buen final, puede que tenga que recorrer un camino arduo, pero si presta atención a la promesa de Dios, se sostendrá, si presta atención, peleará la buena batalla en la más terrible de las guerras. Si presta atención, sabrá que necesita que Dios lo rescate. Entonces habrá necesitado que lo lleven a la batalla, le sostengan durante la batalla y por último, que le saquen del campo de batalla. Si presta atención, verá que Dios no le fallará.”

* Tomado del libro: “El sufrimiento y la soberanía de Dios” de John Piper y Justin Taylor

2 Comments

  1. pedro dice:

    muy hermoso el programa que DIOS los bendiga ,

  2. Mariano dice:

    Excelente, y excelente la fuente! Bendiciones y adelante

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