Despreciando la primogenitura

Ciencia como vocación cristiana Boyle y Davis
22 noviembre 2012
“A través de la Biblia”
23 noviembre 2012
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Por: Ps. Graciela Gares*

Cuenta la Biblia que en la antigüedad al patriarca Isaac le nacieron dos hijos: Jacob y Esaú. En el contexto social en el que vivían, el hijo mayor accedería a los derechos de primogenitura o mayorazgo, que incluían doble porción de la herencia, entre otros beneficios.

Ambos hijos crecieron. En una ocasión en que Jacob preparaba una comida, llegó Esaú desfalleciente de hambre y le pidió de esa comida. Jacob, aprovechando el momento de necesidad de su hermano, le ofertó cambiar un plato de guisado por los derechos de la primogenitura. Esaú accedió diciendo que estaba por morir de hambre y de poco le serviría el derecho de mayorazgo. Así Jacob consiguió el privilegio que su hermano, apremiado por el hambre, subvaloró.

A la vuelta de los años, cuando Isaac se moría, bendijo a Jacob con todos los privilegios del  mayorazgo y Esaú, arrepentido, procuró con lágrimas que su padre le diera la bendición que por nacimiento le correspondía. (Génesis 25: 27 -34;  Hebreos 12: 16 -17).

Desde entonces, Esaú se convirtió en el paradigma de quienes urgidos por anhelos pasajeros, malvenden tesoros valiosos.

Quizá no nos demos cuenta, pero un episodio de similar naturaleza estaría ocurriendo en la sociedad uruguaya.

Recientemente el Parlamento aprobó una ley que autoriza a las mujeres a abortar, en determinadas condiciones (antes de las 12 semanas y previo asesoramiento de profesionales). Diversas organizaciones sociales que luchaban en pro de esta habilitación se congratularon por ello y algunas mujeres exhibieron sus cuerpos desnudos frente al Parlamento para simbolizar la libertad completa para el género femenino, por la que estaban bregando.

En el tema del aborto, está en juego la vida del niño no nacido y de la madre, pero además, la mujer que aborta reniega – a nuestro entender – de la maternidad y la femineidad.

La maternidad, la maravillosa y misteriosa experiencia de concebir y acoger a un nuevo ser, fue confiada en exclusiva a las mujeres dentro de la raza humana.

Cuando por razones coyunturales (falta de pareja estable, pobreza, planes de desarrollo personal o para acceder a un goce sexual irrestricto) una mujer decide interrumpir su embarazo, está renunciando a una de las experiencias más sublimes que un ser humano pueda vivir en esta tierra: ser vehículo de vida para otros seres.

Desconocer o minimizar la trascendencia de esta experiencia se asimila, a mi entender, a la actitud de Esaú. Según la Biblia, él despreció lo que era sagrado. Creemos que la mujer que aborta también lo hace.

Muchos años de consultorio me obligan a sospechar una subvaloración de la femineidad en tal vez muchas de las mujeres que hoy abogan por el aborto.

En las consultas psicológicas es frecuente constatar la desconformidad con la condición femenina que tienen no pocas mujeres. Es común oírles decir que perciben como más fácil la vida para los varones. Algunas demoran en responder si se les pregunta  qué encanto tiene para ellas el hecho de ser mujer.

Pensamos que quizá sus madres no supieron trasmitirles una imagen disfrutable de la femineidad. Consideran trabajoso el rol femenino y ven como una complicación fenómenos plenos de significado como la menstruación. Les molesta tener que cuidar su imagen y entienden que el varón no tiene tal carga en la vida.

Celebramos los avances que permitieron a las mujeres quebrar ataduras culturales que afectaban su calidad de vida y acceder a espacios antes restringidos sólo a varones. Hoy las mujeres completamos carreras universitarias, accedemos a la vida pública, y logramos desarrollar más plenamente nuestra potencialidad.

Pero sabemos que no es válido procurar desconocer condicionamientos naturales que son irrenunciables.

La liberación necesaria para la mujer supone libertad y oportunidades para realizar plenamente todo el designio de Dios en su vida, e incluye la maravilla de ser instrumento para hacer posible la existencia de otros.

 

* Ps. Graciela Gares – Participa en la programación de RTM Uruguay que se emite por el 610 AM – Columna: “Tendencias” – Lunes 21:00 hs.

2 Comments

  1. Álvaro Pandiani dice:

    Excelente enfoque.
    Muchas gracias, Graciela.

  2. Cristina Bruzone dice:

    ¡Qué hermoso ser mamá!, Dios no me otorgó esa bendición. Acepto su voluntad, llevo treinta años de casada. Dios me díö su favor de ser mamá del corazón. ¡Vivo feliz!

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