Consejos para sembrar bien en el matrimonio

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De la sección “Renovando el Espíritu” del programa “Los años no vienen solos”.

 

Escuche aquí el programa:

 

 

 

Esta lista, por supuesto, no es exhaustiva, pero puede ayudarnos.

 

  1. Ser intencionales en vivir como una sola carne en todas las áreas. El llamado matrimonial es a caminar el mismo camino, compartir las mismas penas y alegrías. Dios ve a los esposos como una sola carne. Piensen en qué áreas no están andando como una sola carne (finanzas, relación con los hijos, trabajo, relación con Dios y la iglesia, etc.).
  2. Participar comprometidamente en un grupo pequeño de matrimonios. El estar constantemente expuesto a la enseñanza de la Escritura siempre es beneficioso para un matrimonio. Además, Dios usa las relaciones dentro de la comunidad para forjarnos a semejanza de Jesús.
  3. Orar y leer la Biblia juntos en forma regular. Mientras más cerca está el matrimonio en su comunión con Dios, más cerca estarán el uno del otro.
  4. Dar a la relación matrimonial la prioridad que tiene sobre otras. Los esposos no son una sola carne con sus padres, ni con sus hijos, ni con sus hermanos, solo lo son con su cónyuge.
  5. Hablar mucho y reír más.  No permitir que la rutina y lo complejo de la vida nos roben ese deleite. Es importante ser intencional en comunicarse y divertirse con el cónyuge.
  6.  Buscar honrarse y servirse el uno al otro. El amor se muestra con actitudes, con palabras y con acciones. Los esposos no deben perder la oportunidad de mostrárselo constantemente el uno al otro a través de múltiples canales: palabras de ánimo, contacto físico, tiempo de calidad, actos de servicio, obsequiarse detalles, etc.
  7. Practicar prontamente los principios bíblicos de resolución de conflictos. La Biblia está llena de instrucciones para resolver los conflictos. Es de vital importancia estudiar la Palabra para aplicar sin demoras estos principios transformadores, tales como, sacar primero la viga de uno mismo, asumir la responsabilidad, confesar las faltas, pedir perdón y perdonar.

 

Al casarnos, aceptamos el gran desafío de ser una sola carne hasta que la muerte nos separe. Confiados en la gracia del Señor y obedientes a Su Palabra, no importa cuántos años tengamos de matrimonio podemos dar pasos hoy que traigan buena cosecha a la relación para la gloria de Dios.

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