Cisternas rotas

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Lectura: Jeremías 2:5-13

“…me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas rotas que no retienen agua” v. 13

Si nos preguntamos qué problema hay con Dios para que las personas lo rechacen, podríamos responder que el problema está en la gente y no en Dios. Hay una semilla de rebelión y orgullo en el ser humano. El fenómeno es más grave aun cuando se trata de personas que han experimentado comunión con el Dios verdadero y luego se alejan de él.
En Jeremías 2 hallamos a Dios haciendo un recuento de las abundantes bendiciones que había prodigado a su pueblo, y estos, cuando estaban en su mejor momento, se apartaron para servir y adorar ídolos. Dios les reclama haberlo dejado para construirse cisternas rotas.

La sociedad contemporánea va igual, pues hay naciones y personas que están poniendo a Dios a un lado, sustituyéndole por sus propias “cisternas”. La sed espiritual por la carencia que produce la ausencia de Dios, nos lleva a buscar nuestra propia provisión particular de “agua”.
Todo lo que ocupe el lugar de Dios en nuestra vida puede considerarse un ídolo, y consecuentemente, una cisterna rota: fama, riqueza material, carreras profesionales, religiones, drogas, alcohol y hasta relaciones sentimentales, pueden ser las cisternas en las cuales pretendemos saciarnos. Al final, nos damos cuenta de que no nos dan la satisfacción que necesitamos; al contrario, pueden hundirnos más en la sequedad y vacío existencial.

Dios mantiene abierta la invitación a regresar a él, para obtener verdadera satisfacción. Podemos contar con que hará realidad sus promesas de salvación para los que obedecen su llamado a vivir en justicia y rectitud.

Georgina Thompson, República Dominicana

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