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Lectura: Salmos 118:1-9
“Alabad a Jehová, porque él es bueno; para siempre es su misericordia.” v.1
La gran mayoría de personas pasamos en la vida por tiempos de estrechez o angustia. Hay ocasiones que la necesidad y problemas parecieran presionarnos tanto que hasta sensación de ahogo sufrimos.
Y es que aceptémoslo, la vida nos golpea brutalmente y no tiene misericordia de nadie.
Pero es justo ese el escenario ideal para clamar a Dios. El salmista dice que desde la angustia invocó a Jehová y que
Él lo escuchó poniéndolo en lugar espacioso (v.5). Es cierto que no solo en tiempo de crisis debemos clamar a Dios, pero es cierto también que al estar angustiados clamamos con mayor intensidad.
Así que, roguemos a Él, y demos por seguro que nos sacará de la estrechez a la holgura. ¿Por qué? Porque Dios tiene misericordia.
Es muy notorio en este Salmo como se reitera cuatro veces uno de los atributos de Dios que tanto admiramos los cristianos: LA MISERICORDIA. La palabra hebrea traducida misericordia es “hesed” y habla del amor leal de Dios hacia nosotros. Dios es bueno y lo es porque Su amor es infinito y no puede negarse a si mismo. Él es fiel a Su Palabra y a Su propia naturaleza.
Por eso, podemos confiar que si clamamos desde nuestra angustia, nos oirá.
Paralelo a esta verdad, dice en los vs. 6 y 7 del Salmo: “Jehová está conmigo”. La presencia de Dios es siempre actual y segura y ahuyenta todo temor, en especial el temor a lo que las personas que nos aborrecen quieran hacernos.
En respuesta, debemos reconocer, alabar y declarar Su bondad y misericordiosa presencia todo el tiempo.
Evert Monroy, Honduras