Por: Ps. Graciela Gares
Parte 1:
Parte 2:
En Mayo se celebra a nivel global el Mes de la Seguridad Vial, denominado “Mayo Amarillo”, aludiendo al color usado en todas partes para advertir algún peligro. Apunta a la prevención de accidentes de tránsito. El movimiento “Mayo Amarillo” nace en Brasil en el 2014 y plantea la urgente necesidad de disminuir los siniestros viales, en virtud del alto número de lesionados y fallecidos.
En la sexta edición de este evento, el slogan escogido en Uruguay es “Movilidad humana, responsabilidad humana”.
En el año 2024 fallecieron 434 personas en Uruguay en siniestros de tránsito y la tendencia está en aumento permanente desde el 2022. Más de 27.000 personas sobrevivieron pero quedaron lesionadas, 4.000 de ellas de gravedad. La estadística uruguaya indica 75 accidentados por día y 1 o 2 personas muertas, con la salvedad que en algunos accidentes, por ejemplo, choques frontales, fallecen varias personas en un mismo episodio vial.
Los protagonistas son mayormente varones jóvenes, de entre 15 y 34 años, y las motos son el vehículo que más interviene en estos siniestros. Por ello, estratégicamente, el lanzamiento de la campaña en este año se hizo desde el INJU, Instituto Nacional de la Juventud. Además, por cada fallecido, quedan 4 personas con discapacidad permanente, 65 con discapacidad temporal y 10 personas con lesiones graves, por ejemplo, amputación de miembros.
Aunque las cifras son impactantes, corremos el riesgo de habituarnos a esta realidad. Ocurrió que ante un corte de tránsito con desvío de la circulación en una importante avenida en Montevideo por atropellamiento de una moto, un conductor de ómnibus decía con indolencia que no le importaba la suerte del motociclista, porque ellos circulan imprudentemente. Le repliqué que podrá expresarse así mientras no se trate de su hijo, hermano o sobrino.
La mayoría de los accidentes son evitables pues obedecen en el 80 % de los casos a errores humanos, en menor medida a factores del entorno (clima, estado de las calles) y una proporción aún menor a fallas del mismo vehículo (mecánicas o de mantenimiento).
Impacto invisible de los accidentes de tránsito:
- Shock
- Estrés post traumático: flashes reviviendo la escena de lo ocurrido
- Culpas
- Ansiedad y temor: personas que se niegan a volver a conducir
- Depresión que sobreviene en caso de amputaciones o tragedias como la muerte de algún pasajero del vehículo
- Necesidad de rehabilitación psicológica para conductores que se hayan visto implicados en accidentes graves en el pasado.
Causales estructurales
El parque automotor en las grandes ciudades de Occidente crece constantemente y la modernización de las vías de tránsito está rezagada, por lo que suceden embotellamientos, enlentecimientos, roces. El diseño de los vehículos actuales permite que desarrollen velocidades muy altas, lo que aumenta los riesgos al conducir.
Cada vez más ciudadanos acceden a poseer algún rodado. Los permisos para conducir otorgados en países como Uruguay, aún no han incorporado el examen psicológico de los aspirantes, por lo cual personas con alguna deficiencia en salud emocional y/o mental (transitoria o permanente), están al volante de vehículos cuando quizá no estarían aptos para ello.
Hace falta evaluar por anticipado tendencias agresivas o suicidas, adicciones no tratadas, probable sesgo transgresor de las normas de tránsito y grado de asunción de responsabilidades. ¿Cómo reaccionaría el aspirante a chofer ante situaciones conflictivas?
Los controles a través de cámaras y radares resultan insuficientes para detectar, por ejemplo, a quienes circulan en moto realizando maniobras acrobáticas (elevando del suelo la rueda delantera, por ejemplo).
Por otra parte, existen exigencias laborales que inducen a asumir riesgos. Choferes de vehículos pesados y buses que deben conducir más de 12 horas diarias sin el debido descanso, o los “deliverys” sometidos a exigencia horaria de rendimiento en la entrega de pedidos. Y también se suman las condiciones climáticas adversas, como las lluvias o la niebla.
Factores humanos
Lo emocional importa mucho al conducir en la vía pública. El descontrol emocional se evidencia en conducir bajo la influencia de un enojo intenso, impaciencia o intolerancia a la espera y a la frustración. También la falta de empatía: sistemáticamente interpretar de modo negativo el proceder de toda maniobra de los demás conductores.
- Mucha gente ansiosa maneja imprudentemente haciendo adelantamientos indebidos en rutas o calles.
- Exceso de confianza en conductores experimentados.
- Inexperiencia al volante en quienes comenzaron recientemente a conducir.
- Búsqueda de emociones fuertes en adolescentes y jóvenes.
- Conductores transgresores distraídos por uso de celulares. En el tránsito nuestros 5 sentidos deben estar atentos a múltiples estímulos: las imágenes que captan todos los espejos de nuestro vehículo, el movimiento de otros conductores, el estado de la calle o ruta, los semáforos, los peatones, animales en vía pública, etc.
Tranformados al volante
Me resultó interesante la conclusión de quien dijo que no somos conductores alegres o no conducimos con alegría. Al sentarnos al volante nos empoderamos. Nos volvemos egocéntricos: sólo tenemos en mente que necesitamos llegar pronto a nuestro destino. Omitimos pensar que al otro conductor le urge la misma necesidad.
La carcaza metálica del vehículo nos protege a la vez que nos permite actuar con cierta impunidad. En el tránsito todos somos desconocidos. Cambia nuestro rostro. Suele salir nuestra peor versión. Nos volvemos agresivos de modo inusual. Alguna de nuestras conductas al volante no las repetiríamos frente a amigos, familiares o vecinos. Por ejemplo, emitir descalificaciones, insultos y gestos ofensivos.
Conducirnos en las vías de tránsito es una experiencia de convivencia, pero la convertimos en una relación impersonal porque a menudo no vemos al otro conductor cara a cara. Solo vemos su vehículo como un obstáculo en nuestro camino.
Experimentamos poca culpa o vergüenza si transgredimos leyes de tránsito, salvo que nos capte un radar. Un adelantamiento indebido es vivido como una demostración de viveza. Es preciso asumir que conducir genera estrés, tensión y frustraciones; debemos plantearnos como gestionarlos.
Un antídoto: dejar de ver la conducción como una experiencia individual y asumirla como una experiencia colectiva y social. Procurar mirar a la cara a los otros conductores para recuperar el relacionamiento humano que se ha perdido en calles y carreteras. Y poder ponernos en su lugar.
Esforzarnos por conducir disfrutando. Exhibamos dominio propio, esa virtud que el Espíritu Santo puede desarrollar en nosotros.
La “libreta de conducir por puntos” a implementarse en breve en Uruguay contribuiría a reducir siniestros, ya que por sucesivas o graves infracciones se podrá perder la libreta.
Factores de protección bíblicos al conducir
El manual divino, la Biblia, contiene exhortaciones que constituyen factores de protección y evitarían accidentes:
“No te dejes llevar por la ira”. (Salmos 37: 8)
“De espíritu prudente es el hombre entendido”. (Proverbios 17: 27)
“Los que tienen entendimiento no pierden los estribos; los que se enojan fácilmente demuestran gran necedad”. (Prov. 14: 29)
“Hijo mío conserva el buen juicio… Podrás recorrer tranquilo tu camino y tus pies no tropezarán” (Proverbios 3: 21 – 26)
“Vuestra gentileza (cortesía) sea conocida por todos”. (Filipenses 4: 5)
Ps. Graciela Gares: Participa en la programación de RTM Uruguay que se emite por el 610 AM – Columna: “Tendencias” – Lunes 21:00 h

