La religión cristiana versus una fe sencilla

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De la sección “Renovando el Espíritu” del programa “Los años no vienen solos”.

Escuche aquí el programa:

Por Samuel Santiesteban

La religión cristiana se asienta en las tradiciones de los siglos, en los conceptos sociales, en las categorías de pensamiento que hacen parecer a los hombres los más morales y los más correctos. Se enfoca en las apariencias externas. En muchas ocasiones no meditan, quienes la practican, sobre qué hay por dentro. Están preocupados por los templos, las ofrendas,  si se cantan himnos o coros,  los instrumentos, los bancos, su posición, el púlpito, el piano, las flores, las mesas y todo lo externo. Una liturgia planeada, unas formas estrictas y muy controladas.

Las personas religiosas, están programadas para los cultos. Las ceremonias son importantes, las apariencias, las repeticiones y las denominaciones. Se enfocan tanto en lo que se ve que muchas veces pierden la comunión de sus almas, por dentro.

En la fe cristiana, las creencias se llevan dentro del corazón. Y es una sintonía constante con el Salvador. Los hombres de fe genuina tratan de no vivir tanto de apariencias, de no ser religiosos sino que cultivan esa armonía diaria del espíritu de su alma con Cristo, quien es Su amante Salvador.

No importan tanto las formas religiosas, los edificios, las liturgias, las ceremonias porque todas estas cosas no son el punto de partida. El punto de partida con Dios es la fe, porque, según la Biblia, sin fe es imposible agradar a Dios.

​Los hombres de fe, en la más sombría de las noches, en la más terrible soledad, en la pobreza extrema, en la enfermedad más cruel, en el más apacible silencio, en la más angustiosa desesperación o en el más terrible de sus pecados, escuchan la voz serena y firme de un Dios que les ama, les rescata y les salva de sus tormentos.

En la religión cristiana las apariencias tienen un valor tan importante que unos a otros se miden su cercanía a Dios por sus demostraciones o comportamientos. De ahí que muchas veces el profesional religioso o el “gran siervo de Dios” de fama en los medios evangélicos, sea considerado como de gran nivel espiritual.

Las posiciones de los hombres, sus apellidos, sus riquezas no son indicios verdaderos de  un verdadero andar en fe.  ​La fe cristiana genuina lanza los comportamientos del ser humano a un segundo plano y trata de mirar su propio corazón por dentro. Nuestras conductas son trapos de inmundicia que por muy buenas y nobles que sean no pueden ser presentadas ante la Santidad de Dios, El Santo y Perfecto.

Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.

(Isaías 64:6).

Los hombres de fe sencilla reconocen su fragilidad humana, el pecado que en ellos mora, la impureza de sus méritos y la flaqueza de sus fuerzas. Los hombres de fe genuina son humildes, no alardean de sus obras, bajan la cabeza, lloran fácilmente y tratan de arrancarse sus máscaras y sus caretas. Los religiosos no pueden sencillamente mirar su corazón porque no conocen la visión de Dios para llegar a hacerlo.

Las personas religiosas  se esfuerzan en sus propias fuerzas. Ellos podrían saludar al hermano con alegría, aun sintiendo rechazo en su corazón. Podrían cantar, aun sin sentir lo que dicen con las palabras, y podrían sonreír cuando solo quieren morder.

Las personas de fe sencilla son como fue Jesús, humilde y sencillo.

“Dame una fe sencilla que se siente a la mesa de los pobres que se alegre de alegrar sus corazones y que llore también con sus dolores una fe así parecida a ti. Sencilla como fue a la tierra tu venida, como fueron tus historias campesinas, como fue tu hogar en Palestina. Dame una fe sencilla para curar con esperanza la tristeza, para cantar por el perdón en esta guerra, para avivar el pábilo que humea. Dame una fe sencilla que no le da espacio a la mentira, que no logra acomodarse a la injusticia y no calla lo que sabe que da vidaaa… Sencilla como tu mirada compasiva, como aquellas aldeas recorridas, como el amor que te llevo… a dar la vida… a dar la vida”

¿Te sientes un religioso o una persona que tiene una fe sencilla?

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