La Carrera de Relevos

Una de las pruebas que se incorporó en la era moderna de los Juegos Olímpicos es la de los relevos, o la posta. En atletismo, las carreras de relevos son pruebas para equipos de cuatro componentes en las que un corredor recorre una distancia determinada, luego pasa al siguiente corredor un tubo rígido llamado “testimonio” o “testigo” y así sucesivamente hasta que se completa la distancia de la carrera. El pase del testimonio se debe realizar dentro de una zona determinada de 20 metros de largo. Lo importante de esta competencia, es que es desarrollada en equipos, y la victoria o derrota depende de cómo funcione ese equipo y la coordinación entre ellos. Un elemento crucial es que el testimonio debe llevarse en la mano durante toda la carrera. El testimonio deberá cambiar de un corredor a otro de mano a mano y dentro de la zona autorizada. Si la transferencia se realiza con el testigo fuera de la zona, el equipo será descalificado. Si se cae, el atleta al que se le cayó, puede recogerlo y proseguir la carrera.
Relevo de los 4×100 masculinos en Beijing

Ahora les invito a ver lo que ocurrió en Beijing, hace unos días.

Este es el momento crucial cuando el tercer corredor del equipo estadounidense le entrega al último relevo (Tyson Gay) el testimonio. Allí vemos, el tubo rojo siendo depositado en la mano de su compañero. Como ven el corredor no se da vuelta para esperar que se le haga la entrega del testimonio, el inicia la carrera y espera que su compañero deposite en su mano el testigo, para disparar con todas sus fuerzas hacia la meta. Este tipo de pasaje del testimonio, exige mucho entrenamiento y mecanización del procedimiento por parte de los atletas. ¿Pero qué ocurrió en ese momento?

Veamos la siguiente foto

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¡Se le cayó el testimonio!

No se si nos damos cuenta de todo lo que implica este instante fatal. Son años de preparación, de entrenamiento, de competir, de sacrificios y privaciones para llegar a correr esos benditos 100 metros con el testimonio en su mano, y en esa fracción de segundo, el momento clave, el testimonio se le cae de la mano. Todo un equipo que pierde y queda descalificado, en un instante.

Y al cristiano o a una iglesia le puede pasar lo mismo. A cualquiera de nosotros se nos puede caer el “testimonio”.

Todos sabemos lo terrible que es que el testimonio de un cristiano ante los demás sea deplorable y esté rodando por el piso. Hemos escuchado y escuchamos del lamentable testimonio que muchos dejan en cuanto a la fe, y más difícil es cuando la persona está en posiciones de liderazgo.

El testimonio se nos cae cuando no usamos bien la palabra de verdad (II Tim. 2:15), sino que inventamos fábulas o cuentos o le hacemos decir a La Biblia cosas que ella no plantea, y hoy escuchamos cualquier clase de interpretación para justificar propósitos egoístas que benefician a quien manipula las escrituras y a las personas. Por ello Pablo le plantea a Timoteo que persista en lo que ha aprendido.

Esto a nivel personal y del obrero cristiano, pero una iglesia entera también puede dejar caer el testimonio. En algún momento del relevo de la posta las cosas comienzan a desviarse. Se dejan las escrituras como base de la verdad, se sustituyen con fábulas lindas de oír pero que poco tienen que ver con el mensaje de las escrituras, se relaja la disciplina eclesial, no se hace obra de evangelista, se dejan de cumplir los ministerios que Dios le asignó, y así de a poco es congregación pierde fortaleza y en cierto momento se le cae el testimonio y queda eliminada de la carrera.

En 1 de Corintios 9, Pablo hablando de su ministerio dice: “Yo, por mi parte, no corro a ciegas ni peleo como si estuviera dando golpes al aire. Al contrario, castigo mi cuerpo y lo obligo a obedecerme, para no quedar yo mismo descalificado después de haber enseñado a otros.” Años más tarde, lo vemos en II Timoteo haciendo su balance: “he corrido la carrera, he guardado la fe.”

Nosotros, hoy aquí en el 2008, hemos recibido el “testimonio” de las generaciones anteriores, no lo dejemos caer. Corramos de manera que recibamos el premio. El Señor se encargará de juzgar como hemos corrido.

Lic. Esteban D. Larrosa – Director RTM Uruguay