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LECTURA BÍBLICA: 1 JUAN 3:1-2
“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.” v.1
Resulta sorprendente, pero del todo lógico tal y como lo explica el apóstol Juan, que a la par que somos reconocidos como hijos de Dios empezamos a ser despreciados por el mundo que nos rodea.
En otros textos de la Biblia se comenta y enseña de cómo las tinieblas rechazan la luz, y esperar algo diferente, es simplemente una expectativa poco razonable.
Si el ser humano despreció al Maestro y Mesías del Cielo, en aquel tiempo en que anduvo entre nosotros, si Sus muestras de amor, poder milagroso y misericordia no fueron suficientes, si la cruz tampoco lo fue, y Su resurrección sigue siendo ignorada, ¿cómo no nos rechazarán a nosotros también, estando, por naturaleza, tan alejados de Sus bondades? ¡Con más razón, en todo caso, porque no le conocen a Él!
Para ellos, el evangelio de Jesús sigue siendo locura – ni siquiera buenas noticias– y, por extensión, nosotros los más locos sobre la faz de la tierra. Sin embargo, sigue siendo una gran verdad que es más valioso un día con el Señor que mil años lejos de Él.
No es locura lo que perciben, sino poder incomprensible de Dios.
Nuestro acceso a la familia de Dios es por adopción, pero no nos confundamos: con todos los derechos y privilegios, y también con claros propósitos de vida. Glorificarle, servirle, llevar Su reino… y ser transformados a la imagen del que nos rescató y al que, un día, veremos tal como Él es.
Lidia Martín Torralba, España
Somos hijos de Dios porque así lo determino Él
