¡Encontré la vida!
20 junio 2018Gozo en el medio del reproche
22 junio 2018Lectura: 2ª Tesalonicenses 3:1-5
“Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros.” v.1
La señora Milagros quien reside en Chicago, me contaba como el Señor le inquietó para interceder por Siria, no lo entendió pues ella oraba insistentemente por su país, Venezuela que estaba atravesando tiempos turbulentos en lo social y espiritual. Aun estando con su grupo de oración en el templo siguió en su oración rutinaria y allí volvió a sentir lo mismo, orar por Siria, ese lejano y desconocido país para ella. Después de cierto tiempo, al salir del apartamento donde vive, se encontró con una mujer y su hija con atuendo árabe y la saludó.
Poco días después ya estaban instaladas, y como dice Milagros, “Con mi mal inglés y con la ayuda de un diccionario, comenzamos a entendernos un poco.” En esa “conversación” la mujer le confesó que ella y su familia eran desplazados sirios. Cuando regresa a su apartamento, el Señor le dio a entender la razón por la que le indicaba que orara por Siria. Ahora Milagros está cultivando su amistad con su nueva amiga a quien en su momento le hablará de Jesús.
Escuchar este relato me confirmó que el Señor habla a sus hijos para guiarlos a propósitos como este, darse a conocer a gente que pareciera inalcanzable. Esto ocurre cuando los verdaderos discípulos buscan al Señor en oración, disciernen la voz de su voz y son obedientes.
José Hernández, Venezuela