La niña de Napalm – Parte 2
11 octubre 2022
Entrada y salida
13 octubre 2022
Lectura: Levítico 19:1 – 12
Santos seréis porque santo soy yo Jehová, vuestro Dios.” v.2
Dios nos ha puesto una meta muy alta de alcanzar en la vida cristiana: la santidad. Cualidad que a Él le pertenece y espera que sea una marca distintiva de los que le conocen, siguen y sirven. Así le mando a Moisés que escribiera una placa con la leyenda “Santidad a Jehová”, para ponerla en la frente de los sacerdotes y remarcar que estaban apartados y consagrados al Señor.
Esta cualidad de Dios, el profeta Isaías la contempló en su visión y escuchó a los serafines decir “Santo, Santo, Santo Jehová de los ejércitos”. El mismo Señor Jesucristo le llamó “Padre Santo” afirmando de esta manera que la santidad es una cualidad de Dios y es la base para que nosotros seamos santos.
El Espíritu Santo actúa para llevar a cabo los propósitos de Dios en relación con su creación y la salvación del hombre, mora en el creyente y nos empuja a vivir en santidad, es por eso que toda acción impropia le entristece y apaga su llama en el corazón. Pero el mayor ejemplo de santidad sin duda alguna, lo tenemos en Jesucristo quien nunca perdió su santidad, fue perfecto y sin pecado. Dios nos llama a ser santos como Él lo es y debemos aprender a caminar en el camino de la santidad ya que tenemos un llamamiento santo para vivir separados del mundo, consagrados para Dios. Para lograr este propósito tenemos que responder positivamente a la disciplina de Dios cuando nos desviamos y presentar nuestro cuerpo en sacrificio vivo, santo y agradable porque sin santidad nadie verá al Señor.
José Castro Ordaz, Mexico
Dios hazme un hijo tuyo santo