Por: Ps. Graciela Gares
Parte 1:
Anualmente, España premia la labor científica, técnica, cultural y humana a nivel internacional, con el galardón «Princesa de Asturias», el cual en este año 2025 fue otorgado en el rubro «Comunicación y humanidades», al profesor Byung Chul Han, el pensador surcoreano que inspiró varias reflexiones en nuestras columnas.
En un mundo donde el pensamiento crítico es cada día más escaso, donde se penalizan las miradas discrepantes y se intenta imponer el dogma del pensamiento único, es de celebrar que se haya escogido premiar a una mente controversial, que no usa redes sociales ni concede entrevistas, limitándose a divulgar su óptica en los libros donde publica sus ensayos que ayudan a pensar.
«Algo no va bien en esta sociedad». afirma Han.
Observando la realidad actual, alguien postuló que no habrían más revoluciones porque las revoluciones surgen del pensamiento crítico discrepante. Así ocurrió con Lutero cuando cuestionó las prácticas de la religiosidad de su tiempo y revolucionó la cristiandad volviéndola a sus orígenes, con sus premisas: «solo la fe, sola la gracia, solo la Escritura».
Y aún más relevante, la venida de Jesucristo a la Tierra, más que un revolucionario, el Salvador de la humanidad.
Byung Chul Han es filósofo, catedrático y profesor universitario y define la misión del filósofo de esta manera: «amonestar a la sociedad y agitando su conciencia para que despierte igual que un tábano pica y excita a caballo corpulento que se ha vuelto pasivo, y así lo espolea y estimula. Mis escritos son una denuncia, en ocasiones muy enérgica, contra la sociedad actual».
Mientras todos los intentos de la cultura actual apuntan a que otros piensen y decidan por nosotros, induciéndonos a actuar en tal o cual sentido, este filósofo está haciendo un aporte invalorable a quienes deseamos mantener nuestro pensamiento lo más libre posible de adoctrinamiento humano.
Les proponemos, por tanto, repasar y rescatar algunos de sus más valiosos aportes, tomados de algunos de sus libros.
La sociedad del cansancio (2012)
Hal afirma que vivimos en la sociedad del rendimiento, donde nos auto-exigimos permanentemente y nos auto – explotamos. Consideramos los ratos de ocio como pérdida de tiempo, dormimos poco y mal. Como resultado de ello, estamos estresados, angustiados, tensionados, ansiosos y algunos han llegado al colapso del burn out.
Además, nos obligamos a seguir dietas diversas, ejercicios, mindfulness, multitareas, etc. En las vacaciones puede suceder que no logramos desconectarnos de los compromisos o del celular, y que experimentemos ansiedad y hasta inconcientemente culpa por no sentirnos productivos, experimentando irritabilidad y tristeza.
Hasta los niños tienen una agenda cargada de actividades escolares, además del gimnasio, idiomas, clases de música, etc.
El sistema premia al que no descansa. Y en la mirada de Byung Chul Han, «somos como aquel esclavo que le arrebata el látigo a su amo y se azota a sí mismo, creyendo que así se libera. Eso es un espejismo de libertad.»
El filósofo surcoreano cuestiona la prisa con la que vivimos, considerando que la aceleración del tiempo impide pensar profundamente.
A lo expuesto Han contrapone la vida contemplativa.
Por nuestra parte, sabemos que el descanso, la meditación y el reposo siempre han estado muy ligados a la vida de la fe. Forman parte de la cultura cristiana.
Temprano en la historia, Dios le prescribió a su pueblo que el séptimo día obligatoriamente debía descansar.
David, escritor del salmo 23 manifiesta que el Dios que le guiaba le haría descansar en pastos delicados o suaves.
Por su parte, el evangelista Marcos cuenta que Jesús en cierta ocasión le dijo a sus alumnos: «vengan aparte y descansen un poco (Marcos 6: 31), cuando ellos le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Relata Marcos que Jesús vio que «eran muchos los que iban y venían de manera que no les quedaba tiempo ni aún para comer».
Los creyentes en Cristo también podemos contaminarnos con la «sociedad del rendimiento». Quizá no nos afecte a todos, pero corren el riesgo quienes desempeñan roles de liderazgo en la iglesia. Sin dudas, la mies es mucha y los tiempos se acortan para evangelizar. Pero los tiempos a solas con Dios y el estudio de su Palabra no deben ser escasos, porque de allí nos nutrimos para dar a otros.
A menudo, oímos de líderes que abandonan el ministerio, que se deprimen y aún luchan con ideas de autoeliminación, muchas veces a consecuencia de una demanda pastoral excesiva y llevada en solitario.
También, entre quienes buscan consejería y apoyo se advierte que si pasaran más tiempo a solas con Dios, recibirían la guía y el consuelo que demandan a sus líderes.
Las exhortaciones bíblicas a meditar abundan. Meditar en la Ley de Dios (Salmos 1: 2), en sus obras (Salmos 77: 12), en sus maravillas (Salmos 145: 5). También, se nos exhorta a meditar bien en los caminos que vamos recorriendo (Hageo 1: 5). Y la meditación requiere reposo, quizá también silencio, reducción de actividades y contemplación hacia el Dios que nos creó.
Loa a la tierra: un viaje al jardín (2021)
En la contemplación de la naturaleza, el filósofo Han reavivó su creencia en la existencia de Dios. Ello nos retrotrae a la experiencia del salmista bíblico que decía en la antigüedad: «los cielos cuentan la gloria divina» (Salmo 19).
Durante la pandemia, Han cultivó un jardín durante tres años seguidos. En su libro iguala la jardinería a una meditación silenciosa.
«El jardín me trasmitió la convicción de que la tierra es una creación divina». Creo en Dios, el creador, dijo Han.
Afirma amar y venerar la tierra, lo cual no compartimos (Romanos 1: 25), pero sí reconocemos la belleza natural de la creación.
Y rescatamos y destacamos la frase de Han: «El jardín posee mucho más mundo que la pantalla del ordenador». Y no dudamos que sea verdad la afirmación siguiente: «El jardín me aleja de mi ego».
Siguiendo el pensar de este filósofo, reconocemos que la vivencia del tiempo se resetea cuando nos internamos en la naturaleza y nos damos cuenta que allí no existe la prisa. Cada planta tiene su propio tiempo de germinación y crecimiento, del cual yo no puedo disponer. Ello nos enseña a ser pacientes. «El jardín es el lugar para demorarse». «En el jardín descanso de las fatigas de la vida», afirma Han.
En sociedades donde el consumo de sedantes ha crecido exponencialmente, ¡cuánta calma podría trasmitirnos contactar más tiempo con la tierra y el mundo vegetal, desconectándonos de pantallas y smartphones!
Esclavos de la tecnología
Byung Chul Han advierte en sus escritos sobre los riesgos de la digitalización: «El teléfono inteligente puede ser una herramienta utilísima» pero «nos hemos convertido en instrumentos de los smartphones. Es el teléfono inteligente el que nos utiliza a nosotros.» Señala que a menudo el ser humano acaba convertido en esclavo de su propia creación.
Y anticipa que ocurrirá lo mismo con la inteligencia artificial, la que puede ser empleada para manejar, controlar y manipular a las personas.
De hecho, expertos transhumanistas expresan que la meta con la IA es crear una inteligencia superior a la humana, la que podría convertirse en un robot dictador del cual no podamos escapar. Y esto constituye una amenaza peor que la nuclear para la humanidad, habría dicho Elon Musk.
Byung Chul Han indica una salida: «Por eso, la tarea acuciante de la política sería controlar y regular el desarrollo tecnológico de manera soberana».
«La tecnología sin control político, la técnica sin ética, puede adoptar una forma monstruosa y esclavizar a las personas».
Pensamos que en sociedades como la uruguaya, tanto el poder político como los ámbitos encargados de legislar están muy rezagados en la tarea de controlar y regular el avance tecnológico desde una perspectiva de soberanía. Y sumado a ello la fascinación que ejercen sobre la población joven las novedades científicas y tecnológicas, permitieron su irrupción sin restricciones. Es difícil ahora -aunque no imposible- alejar a los niños y jóvenes de las pantallas.
El profesor Han concluye diciendo que las personas «en realidad, no somos libres, sino que, más bien, nos arrastramos de una adicción a otra, de una dependencia a otra», y esto es un serio llamado de atención.
Pero los eventos denunciados por este filósofo no toman por sorpresa al Dios creador de todo lo que existe.
El poder liberador de la sangre de Jesucristo, no solo opera venciendo la esclavitud al pecado en el alma humana, sino que también le libera de cualquier atadura.
«Todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por ninguna», decía el apóstol Pablo a los miembros de la primitiva Iglesia de Cristo, reconociendo la natural tendencia humana a someterse a yugos que lo dominen, comprometiendo su libertad. (1 Corintios 6: 12)
Y la fuerza que rompe esos yugos reside en Jesús: «Si el Hijo los liberta serán verdaderamente libres. (Juan 8:36)
Ps. Graciela Gares: Participa en la programación de RTM Uruguay que se emite por el 610 AM – Columna: “Tendencias” – Lunes 21:00 h

