¿Cómo cerrarle el paso a las drogas en nuestro hogar?

“Mujeres de Esperanza”
16 julio 2010
“Tierra Firme”
21 julio 2010
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Por: Ps. Graciela Gares

Con asombro asistimos hoy a la realidad que hogares cristianos o de muy sólidos valores y principios se enfrentan con conductas de drogadicción en sus hijos.

Algunas de estas familias optan por callarlo y evitan pedir ayuda, pues el problema les confunde, les causa mucho miedo y sienten que los estigmatiza. Se preguntan qué hicieron mal y se culpabilizan. Es que las drogas han dejado de ser un problema de la población marginal y hoy día pueden poner en jaque a cualquier familia que se encuentre desprevenida.

Para muchas personas y aún iglesias, el tema “drogas” es todavía “tabú”, lo cual no beneficia a los afectados.

A veces, el único consejo que se ofrece es orar y esperar un milagro. Pero si bien la oración por guía divina es fundamental, a tales familias les espera un trabajo arduo para sanar su hogar y recuperar al miembro adicto.

Nuestros hijos, sobrinos y nietos hoy crecen en una cultura adictiva, pautada por la inducción a consumir cosas, la definición de quienes somos en función de lo que poseemos, la oferta de una pastilla para cada cosa (para el dolor de cabeza, para la angustia, para el insomnio, etc.) con tal de evitarnos cualquier sufrimiento, la búsqueda compulsiva del placer como objetivo de vida, la habilitación de los excesos y la transgresión de límites como signo de libertad, la sustitución de lo trascendente por lo efímero, etc.

ENTENDIENDO EL FENOMENO ADICTIVO:

Las investigaciones señalan que la drogadicción es un fenómeno multi-causal, que se instala cuando se entrelazan diversos factores de riesgo de carácter personal, familiar y socio-cultural.

La propuesta es fortalecer los factores de protección que toda familia puede desarrollar para cerrarle el paso a las drogas entre sus integrantes o para revertir el problema si éste comienza a manifestarse:

La comunicación

No siempre hablar equivale a comunicarnos. Muchas veces sólo intercambiamos información, diciendo adónde fuimos, qué hicimos, o a qué hora pensamos volver a casa, pero no contamos acerca de cómo nos sentimos o con qué ánimo estamos. Conversamos de fútbol, del tiempo, pero no de asuntos personales. Hablamos desde la razón y no desde el corazón.

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Evitamos hablar de lo que nos duele o mostramos poca paciencia y atención para escuchar al otro. Ello nos expone al riesgo de sentirnos solos aún estando en familia.

Adicto (a-dictu) significa “lo no dicho” y nos advierte que todas las personas que se han vuelto dependientes de alguna sustancia sufren carencias en la comunicación o miedos de diversa índole les impiden hablar de lo que les hace sufrir.

También la prisa y el stress nos quitan momentos de diálogo familiar y depende de nosotros fijar bien las prioridades. Una comida en familia diariamente (¡sin televisor encendido!) es una buena instancia para habilitar la comunicación intra-familiar.

El afecto expresado

El “cemento” que mantiene unida una familia es el afecto. A veces lo damos por sobre-entendido, a tal punto que olvidamos expresarlo en palabras.

El daño emocional que esta omisión causa en niños y jóvenes quedó demostrado  en una investigación realizada en Chile, la cual reveló que un porcentaje importante de chicos encuestados dudaban de que sus padres les quisieran.

A su vez, un muy alto porcentaje de adictos en recuperación en comunidades terapéuticas poseen una autoestima negativa, producto de no saberse queridos.

El cariño puesto en palabras aporta confianza, seguridad y reafirma la autoestima de niños y aún de adultos.

El manejo adecuado de emociones negativas

Es fácil vivir y expresar emociones positivas como la alegría o la satisfacción, pero ¿qué hacer con la ira, el miedo o la ansiedad?

Si reprimimos la ira, la negamos o la expresamos violentamente, o si ocultamos nuestros miedos e intentamos calmar la ansiedad fumando, es probable que nuestros hijos nos imiten e intenten calmar con drogas el malestar anímico o los trastornos emocionales que experimentan.

Conviene enseñarles a expresar las emociones negativas hablando de lo que sienten, con equilibrio y respeto, haciéndose cargo de las mismas y trabajando para modificar las situaciones que les dieron origen, si fuera posible.

La promoción de autonomía

El “programa vital” que cada ser humano trae al nacer, tiene previsto el tránsito desde la máxima dependencia del bebé hasta la completa autonomía de vida en el adulto.

No obstante, en nuestra sociedad se ha vuelto habitual que jóvenes de 25 y más años mantengan aún un alto grado de dependencia de sus padres.

Ello puede resultarles cómodo, pero les genera baja autoestima, inseguridad y frustración personal, impidiéndoles desarrollar habilidades para enfrentar la vida por sí mismos. Es fácil que luego, ante los reveses y dificultades que deban encarar, apelen a drogas (muletillas químicas) para compensar su sentimiento de ineficacia personal.

Por ello, ir asignando progresivamente responsabilidad y autonomía a los hijos a medida que crecen, fortalece su personalidad.

En la segunda parte de este artículo continuaremos con estos factores protectores, esté atento…

RECURSOS DISPONIBLES:

Para familiares de adictos a drogas: “Amor Exigente”: 402 54 88 – 098 303 199  amorexigenteuruguay@adinet.com.uy

Centros cristianos de tratamiento para adictos:

REMAR: Uruguay 932 – 903 07 22

Centros de tratamiento seculares:

PORTAL  AMARILLO:    309 10 20

NARCOTICOS ANONIMOS:    901 32 82 – 18 de julio 1044 of. 111 y Río Negro.

Otras opciones: JUNTA NACIONAL DE DROGAS: Telf.: 150 internos 1225 o 1226.

“Así que si Cristo les da libertad, serán verdaderamente libres” – La Biblia.

1 Comment

  1. muy bueno lo que eh . dice:

    gracias espero su respuesta

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